La
drogadicción es una enfermedad que consiste en la adicción o dependencia a
ciertas sustancias tóxicas para nuestro organismo, las cuales afectan en
distintos grados a nuestro sistema nervioso central, al igual que a varias de
nuestras funciones cerebrales.
La persona
drogadicta pierde todo el concepto de moralidad y hace cosas que no debe hacer. La droga se convierte en el centro de su vida y llega a afectarla en todos los
aspectos: en el trabajo, en las relaciones familiares e interpersonales.
Entre las
consecuencias del abuso de drogas podemos señalar:
-Deterioro y
debilitamiento de la voluntad: el drogadicto se vuelve literalmente un esclavo
de la droga, haciendo todo lo posible para conseguirla.
-Deterioro de
las relaciones personales: el drogadicto ya no es capaz de mantener relaciones
estables, ya sea con sus familiares o amigos. Muchas veces roba o engaña para
poder conseguir droga, lo cual deteriora aún más sus relaciones.
-Baja el
rendimiento en el trabajo o en el estudio. Se llega al grado de abandonar metas
y planes, recurriendo a la droga como única "solución".
-Consecuencias
sociales: el drogadicto puede verse involucrado en agresiones o conflictos.
Bajo la influencia de la droga, pueden llegar a cometerse delitos, tales como
robos o asesinatos.
-Consecuencias
económicas: el uso de drogas puede llegar a ser muy caro, llevando al
drogadicto a destinar todos sus recursos para mantener el consumo.
Las drogas
no solamente tienen consecuencias negativas para quienes las usan. También se
ven afectadas las personas que rodean al drogadicto, especialmente las de su
entorno más cercano, como familiares y amigos.
En algunos
casos extremos de drogadicción, el consumo de drogas puede llevar a la locura
permanente o la muerte de la persona.
Como hemos
podido comprobar, la drogadicción es una enfermedad con terribles consecuencias
para las personas.
Ahí va nuestra pregunta: ¿cómo puede ayudarse a una persona cercana, si se descubre que está metida en la
drogadicción?
Hay quien utiliza esas experiencias, en algunos casos traumáticas, para
afrontar de otra forma el proceso vital que queda por delante. Y este es el caso
de José María Molina, un pozoalbense que ha convertido su paso por Proyecto
Hombre de Córdoba en un ambicioso proyecto que ha nacido bajo el nombre de
ProHombre Los Pedroches, una asociación de la que es el presidente y que busca
ayudar a quienes tienen cualquier problema de adicciones, a su entorno, a
buscar posibilidades para dejar atrás el infierno que supone adentrarse en una
dependencia de sustancias que consiguen que se pierda la perspectiva de la vida.
La historia de esta asociación nace del convencimiento en la necesidad de
recuperar ciertos valores cada vez más escondidos en una sociedad corrompida y
egoísta. Cuando una persona entra en la sede de la Asociación, ese egoísmo
desaparece porque quien da vida a ProHombre Los Pedroches cede su tiempo de
manera altruista, tejiendo una red de voluntariado que es la base de este
proyecto. Hoy nos acercamos a esta Asociación a través de una sincera charla
con su presidente, José María Molina.
P: Empecemos por el principio, ¿cómo nace ProHombre Los
Pedroches?
R: Comienza en el año 2002 cuando yo tengo
problemas de adicciones y entro en Proyecto Hombre de Córdoba donde recibo una
terapia durante tres años para luego empezar a trabajar allí. Entonces, como en el Valle de Los Pedroches había muchos problemas, quise hacer algo
aquí, en la comarca, con la colaboración de Proyecto Hombre de Córdoba. Sin
embargo, la situación económica es la que es y el proyecto de Córdoba necesita
mucha ayuda y todo lo que se conseguía aquí iba destinado hacia ese proyecto.
Me uní entonces a dos psicólogos y empezamos a mirar porque todo salía de mi
tiempo y mi bolsillo, y parecía que se iba a acabar ahí, pero empezamos otra vez.
Nos dejaron una casa, por la que ya pagamos un alquiler, y en la actualidad
contamos con nueve usuarios.
P: ¿Con qué equipo cuenta este proyecto?
R: Tenemos tres psicólogos, una educadora social, una
administrativa y, luego, terapeutas. Muchos de ellos se están formando, viendo
cómo van las cosas y yo también me nutro de ellos porque, al ser técnicos, me
dicen "pues esto que estás haciendo tiene este nombre. La base de las terapias
nacen de Proyecto Hombre Córdoba.
P: Explíquenos cómo llegan los usuarios a llamar a su puerta, cómo es
esa primera toma de contacto para que se incluyan en este programa.
R: Todo empieza por una llamada de teléfono diciéndonos que necesitan ayuda.
Normalmente, yo me traslado junto a un psicólogo a su casa o vienen aquí para
esa primera toma de contacto donde el usuario no está presente porque suele ser
un amigo o familiar quien acude a nosotros. Después de esa primera toma de
contacto, quedamos con el familiar o amigo y la persona afectada. Lo más normal es que el usuario diga que no
tiene problemas. Cuando se consigue que la persona asuma su realidad, se le
ponen unas normas, unas limitaciones que tienen que seguir tanto el usuario como
su familia porque hay que reeducar a esa persona y también darles herramientas a
las familias para poder trabajar con ella. Nosotros trabajamos en diferentes
niveles: primero, tenemos esa toma de contacto donde se aprenden las normas y
las limitaciones; después, se pasa a otro nivel donde ya se tiene
responsabilidad y después a otro con un nivel de exigencia donde los usuarios
toman contacto con sus sentimientos y empiezan a cambiar pensamientos,
sentimientos y actitudes, un tramo muy interesante. Es a partir de ahí donde
nosotros empezamos a tener problemas porque no tenemos un local para poder
realizar terapias más a fondo.
P: Nos habla de niños, ¿de qué edades estamos hablando y de qué
problemas?
R: Tenemos usuarios de 14-15 años, algo que es muy
preocupante. Los problemas son el absentismo escolar, notas muy malas,
agresividad en casa, el fumar tabaco, el alcohol, algún caso con una adicción
al móvil impresionante (al quitárselo, muestran un síndrome de
abstinencia increíble llegando incluso a vomitar), consumo de hachís, cocaína;
en fin, todas las sustancias que están en la calle y todo empieza desde jóvenes
porque con 14-15 años ya se inician.
P: Suponemos que, si aceptar un problema de estas características no
es fácil, tampoco lo será acercarse a este tipo de Asociación y al miedo a que
tu problemática sea conocida.
R: Es complicado por el qué dirán, tenemos una mentalidad
importante y muy arraigada en ese aspecto, pero el problema no está en el qué
dirán, sino en lo que están diciendo. Lo importante sería cambiar ese
pensamiento y decir: "lo que me importa es esa persona cercana a mí o yo mismo y
lo tengo que hacer es dar pasos". La gente empieza a darlos, hay gente muy
valiente que da pasos increíbles, a mí me dejan asombrados. Hablo con gente que
me dice que su hijo o hija está mal y que hay que hacer cosas, que han oído
hablar de nosotros y han dado pasos. Están trabajando y lo pasan mal, pero
ahora esos pasos van encaminados a dejar de pasarlo mal y a estar bien.
P: Centrándonos en las terapias, ¿cuánto puede durar una terapia
hasta que el usuario puede recibir, digamos, el alta?
R: Depende. Los chavales de 14-15 años no tienen el mismo
recorrido ni la misma problemática. Depende mucho del tipo de problemática
que tengan. Normalmente, en estas situaciones, con un año o menos es
suficiente. Una persona que tenga una historia con más recorrido necesita
un par de años. A partir de los dos años, la terapia puede convertirse en
monotonía y ser contraproducente.
P: Ha contado que usted mismo tuvo problemas de adicciones, ¿cómo ha
cambiado esta problemática en la sociedad actual? ¿Se encuentra el mismo tipo
de adicción? ¿Están más generalizadas?
R: Están mucho más metidas en la sociedad. El consumo de
drogas se ve más normalizado porque hay mayor consumo y no se ve una
problemática en el consumo. En nuestra comarca no se oye decir "tenemos
problemas", pero los hay, y muy graves. ¿Sabéis lo que pasa? Que antes había
valores. Cuando yo estuve de usuario, había una honestidad perdida, éramos
deshonestos y mentirosos, pero con esos valores de familia, valor y esfuerzo recuperábamos
esa honestidad. Hoy la persona que es deshonesta no tiene valores tan
arraigados y cuesta mucho más esfuerzo porque la base de nuestro trabajo
es la honestidad, nosotros confiamos en las personas y no necesitamos una
analítica porque nuestra base para saber si consume o no es la honestidad.
P: Volviendo un poco hacia atrás y mirando de nuevo a la Asociación
como tal, ¿el personal es voluntario? ¿Qué necesidades tienen?
R: Todos somos voluntarios. El dinero que cogemos es para
gastos de vivienda, luz, agua, material de oficina, seguro de la casa y las
obras que estamos haciendo. Para hacer todo lo que tenemos proyectado
necesitamos dinero, ayuda económica, pero que sea constante porque, para
dedicarse a personas que requieren tratamiento de 24 horas e incluso, a veces,
sacarlas del núcleo familiar, necesitamos tener recursos. Necesitamos una
economía que pueda solventar los problemas que tenemos mes a mes.
Javier García y Miriam Redondo (2º BA)