Como suele suceder cuando estás finalizando los estudios, te planteas qué quieres hacer y comienzas a valorar las distintas posibilidades. De esta manera tenía la opción de dedicarme a la empresa privada,algo que ya conocía, pues durante un tiempo estuve simultaneando mis estudios con trabajo en una empresa del sector de la electrónica, o bien hacer oposiciones a la enseñanza dentro del ámbito de la Formación Profesional. Una vez terminados los estudios, decidí primero realizar el servicio militar (en aquella época era obligatorio) y después prepararme las oposiciones con la fortuna de que aprobé ese mismo año.
¿Qué es para usted lo mejor de dedicarse a la enseñanza? ¿Y lo peor?
Lo mejor es la satisfacción que representa poder transmitir tus conocimientos a tu alumnado y saber que les va a servir para labrarse un futuro. También el contacto con los compañeros, consiguiendo de esta manera un buen ambiente tanto dentro del centro como fuera, fomentando las relaciones personales con muchos de ellos.
Lo peor probablemente sea no poder contar muchas veces con los recursos y medios técnicos suficientes para poder desarrollar algunas de las actividades que me hubiesen gustado y la excesiva y progresiva burocratización de la labor docente, lo cual hace que en muchas ocasiones se tenga que dedicar más tiempo a esas cuestiones que a la investigación y a la preparación de actividades.
¿Tiene alguna anécdota interesante que contar de su etapa como profesor?
A lo largo de tantos años de docencia ha habido muchas, pero contaré una que tiene que ver con la forma en cómo los nuevos avances tecnológicos pueden resolver algunas situaciones.
A finales de los años ochenta fuimos a realizar una excursión con el alumnado a Sevilla. Como siempre, se quedó en que la vuelta sería a las 8 de la tarde fijando claramente el punto de encuentro en el lugar donde estaría el autobús. Cuando llegó la hora del regreso, detectamos que faltaba un alumno, estuvimos esperando más de media hora y el alumno no se presentaba y nadie sabía nada de él. Así que, como comprenderéis, comenzamos a ponernos algo nerviosos y decidimos los profesores alquilar un taxi. Estuvimos dando vueltas por todo Sevilla hasta que por fin pudimos encontrarlo 2 horas más tarde. Podéis imaginaros las horas de angustia tanto por parte nuestra como por la de los padres que veían que el autobús no llegaba. Evidentemente, esta situación hoy día se hubiese solucionado con una simple llamada de móvil.
¿En qué otros institutos ha estado dando clase?
Solo he estado en tres. El primero fue el Instituto de FP de Almería; el segundo, el IES Maimónides de Córdoba, y finalmente, nuestro Centro.
¿Ha tenido otros trabajos a lo largo de su vida?
Sí, solo uno. Como dije anteriormente, estuve trabajando en una empresa de electrónica en el servicio de mantenimiento eléctrico.
Si no se hubiera dedicado a la enseñanza, ¿a qué otra profesión le hubiera gustado dedicarse?
Nunca me lo he planteado pues comencé a trabajar en la enseñanza siendo muy joven, tenía apenas 22 años y enseguida pude ver que era el trabajo que había soñado.
¿Se ha arrepentido alguna vez de haberse hecho profesor?
No. Es cierto que hay momentos a lo largo de tu carrera como docente en los que por distintas circunstancias puedes sentirte desalentado, pero para mí la enseñanza ha sido algo vocacional y siempre he encontrado recursos para superar esas situaciones y poder seguir trabajando con ilusión.
Sabemos que su mujer, doña Adela, también ejerce de profesora en nuestro instituto. ¿Cuántos años han trabajado juntos?
Hemos trabajado durante 32 años, juntos. De hecho, llevamos juntos desde que ella comenzó a trabajar en nuestro centro.
¿Cómo ha sido para usted trabajar con ella en el mismo instituto?
Ha sido una experiencia muy gratificante, pues desde siempre nos hemos dado apoyo mutuo, haciendo que el trabajo del día a día fuera más reconfortante. Además, nos conocimos en nuestro Instituto lo que hace que sea aún más especial.
Este curso una de sus hijas, Pilar, se ha incorporado a la plantilla de nuestro instituto como profesora. ¿Cómo ha sido para usted dicha experiencia?
Era algo que nos parecía muy difícil debido a que lleva muy poco tiempo en la enseñanza, así que, cuando se vino aquí, no nos lo podíamos creer. Es una experiencia muy bonita y estimulante el hecho de que estemos los tres en el mismo Instituto.
¿Qué se siente al tener una hija que haya decidido seguir sus mismos pasos profesionales?
Sobre todo, alegría pues pienso que ha escogido una profesión muy bonita y en la que ella podrá desarrollar y poner en práctica muchas iniciativas de tipo social que a ella tanto le gustan.
Tras tantos años trabajando en nuestro instituto, ¿se ha sentido cómodo en él?
Sí, ya que en él he podido desempeñar mi labor profesional con total libertad y en un ambiente acogedor.
¿Cuál ha sido su mejor experiencia en este instituto? ¿Y en la docencia?
Bueno, no sé si fue mi mejor experiencia, pero sí la más intensa. Escogería el periodo como director del Centro ya que fue una etapa muy edificante en la que se pudieron poner en práctica muchas ideas de organización del Centro y llevar a cabo numerosas actividades innovadoras. Además, coincidió con la implantación de nuevas especialidades de Formación Profesional y con una de las muchas ampliaciones que se han realizado en el Instituto, lo cual supuso un trabajo ilusionante tanto para el equipo directivo como para toda nuestra Comunidad Educativa.
¿Cuáles son sus aficiones?
Soy una persona bastante activa, por lo que tengo muchas, si bien quizá no les dedico el tiempo que me gustaría. Entre ellas puedo destacar los viajes, sobre todo si son culturales o de naturaleza; la música, tanto escucharla como practicarla; la lectura; el bricolaje; el campo; el senderismo; etc.
¿A qué tiene previsto dedicarse tras su jubilación?
No creo que vaya a cambiar demasiado aunque podré dedicar más tiempo a mis aficiones, así como retomar algunas cosas que había abandonado por falta de tiempo, como aprender Idiomas o guitarra y seguir con mis actividades en asociaciones de carácter social.
¿Tenía ganas de jubilarse?
Ese es un tema que me ha costado decidir, no lo tenía demasiado claro, pero lo cierto es que, aunque siempre me he sentido a gusto en la enseñanza, los años no pasan en balde y creo que después de 37 en la docencia es un buen momento para replantearme ciertas cosas y poder disfrutar otras actividades que quizá por falta de tiempo tenía aparcadas y que ahora podré hacer.
¿Cree que echará de menos la enseñanza una vez jubilado?
No lo sé, eso es algo que tendré que comprobar cuando pase un cierto tiempo. Está claro que hay cosas que quizá se echen de menos: el contacto con los compañeros, alumnado, etc., pero lo cierto es que la jubilación te ofrece muchas oportunidades para seguir creciendo como persona.
¿Quiere dar algún consejo al profesorado o al alumnado de nuestro instituto?
No soy de dar muchos consejos, pero sí que animaría al profesorado a que siga impartiendo la docencia con ilusión sobreponiéndose a las numerosas dificultades que conlleva la labor docente, sobre todo teniendo en cuenta la complejidad de la sociedad actual. Y a los alumnos les diría que aprovechasen la oportunidad que supone estudiar en un gran Centro con buenas instalaciones y un magnífico profesorado, para poder adquirir la preparación adecuada que les ayude a conseguir sus metas personales y profesionales.
¿Podría dedicarnos unas palabras de despedida?
Como despedida, quiero decir que durante los 35 años que he pasado en nuestro Centro me he sentido querido por la Comunidad Educativa, siendo para mí una satisfacción haber compartido mi labor con compañeros, alumnado, personal no docente, los cuales me han ayudado a hacer más fácil mi vida en el Centro.
También me gustaría que el IES Antonio María Calero siga siendo un centro de referencia por su buen hacer en la educación de nuestro alumnado.
UN ABRAZO A TODOS Y A TODAS.