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Para su realización, el director contó con la colaboración de Sandra Escacena, Bruna González, Claudia Placer e Iván Chavero, además de la actriz Ana Torrent.
El guión está inspirado en una historia real, que tuvo lugar en los años 90 en Vallecas, Madrid.
Su argumento es este: Año 1991. Verónica es una adolescente de quince años, que vive con su madre y hermanos en Vallecas, Madrid. Su padre murió y desde entonces su madre se hace cargo de la familia, trabaja numerosas horas en un bar para poder salir hacía adelante.
Cuando se produce un eclipse solar, su maestra explica cómo culturas antiguas usaron estos eclipses para organizar sacrificios y para convocar espíritus oscuros.
Mientras todos los alumnos/as de la escuela se reúnen para ver el eclipse, Verónica junto con dos amigas más, baja al sótano para realizar una sesión utilizando la tabla de la Güija. Verónica quiere convocar a su padre, y una de sus amigas, Diana, quiere contactar con su difunto novio, quien murió en un accidente de tráfico. La tabla responde de inmadiato, pero Rosa y Diana retiran sus manos de esta, excepto Verónica que permanece tocándola. Manejaban la tabla mediante un vaso de cristal, que justamente, cuando se produce el eclipse solar, se rompe y la mano de Verónica queda completamente llena de sangre. Verónica permanece callada y sin soltar palabra alguna; entonces, responde con un gran grito demoníaco. Esta se desmaya y, cuando cobra el sentido, aparece en la enfermería de la escuela, no parece que sea nada grave.
Verónica comienza a experimentar acontecimientos paranormales. Un ejemplo de este fenómeno se produce cuando, al intentar comer, siente como si una mano invisible le estuviera impidiendo controlar sus manos. Sus amigos la evitan. Buscando respuestas, regresa al sótano de la escuela y encuentra a la anciana monja ciega de la escuela a quien los estudiantes llaman «Hermana Muerte». Esta obliga a Verórica a cerrar la sesión de la güija con sus dos amigas. Ella le pide a Rosa y Diana que la ayuden a cerrar la sesión, pero ambas se niegan.
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Cinco años después, en 1996, se produjeron informes de actividad paranormal inexplicada en Madrid.
En conclusión, el cine de terror es uno de los grandes géneros del arte, ya que es el único que nos logra transmitir tantas emociones juntas que consiguen que nos desconcertemos y llegar hasta tal punto que disfrutemos de lo que estamos viendo.
María Valero Peralbo (2º BA)
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