Doña Amparo García Rodríguez nació en Espiel (Córdoba)
el 24 de marzo de 1960. Después de una larga vida laboral y con la suerte de
haber trabajado siempre en la administración, este curso ha decidido jubilarse.
Aquí, en el IES Antonio María Calero, ha trabajado casi 22 años y del centro se
lleva muy buenos recuerdos. Estuvo esperando algunos años la plaza de conserje
de nuestro instituto y llegó, como todo en la vida.
Se incorporó con mucha ilusión y ganas de conocer otro
centro más. No le costó nada adaptarse al puesto pues ya dominaba las funciones
de este. Siempre recordará a una profesora que el segundo día de estar aquí le
dijo: "se nota que no es la primera vez que trabajas en esto".
Siempre ha procurado que su trabajo quedara bien hecho. En consejería, sus
compañeros con los que empezaba a trabajar cuando llegó eran también
meticulosos en su trabajo. Eso le gustó mucho.
El día que se incorporó no vino sola. La acompañaban
dos alumnos, sus hijos, Antonio y José. Fue una alegría para ella poder
tenerlos consigo para que siguieran estudiando aquí. De esta forma, pudo
disfrutar más de ellos, verlos por los pasillos, hablar con sus profesores y no
hacer sola el viaje entre Espiel y Pozoblanco. Fueron unos viajes muy amenos...
Disfrutó teniéndolos aquí ya que anteriormente su vida laboral fue más dura y,
para poder atenderlos, tuvo que contar con personas de confianza que los cuidaban
mientras ella estaba trabajando.
Al hacer balance de su trayectoria en nuestro
instituto, no puede dejar de recordar a su hermana María José. A los seis años
de estar ella en nuestro centro, a María José le dieron plaza aquí. Volver a
trabajar con su hermana fue estupendo por muchas razones. María José ha
trabajado en el “Calero” unos 15 años también y se jubilará el mismo día que ella porque, aunque quizás no todo el mundo lo sepa, son mellizas.
Doña Amparo se ha sentido muy a gusto trabajando en
este centro y está muy agradecida a la directiva y a todos los profesores y
profesoras que ha conocido, al igual que su hermana.
No tiene palabras para describir este centro donde ha
trabajado muy a gusto. Solo había un detalle que nunca le gustó y, ahora que le quedan dos meses para jubilarse, todavía no se ha acostumbrado a él: el turno de tarde
que, sin embargo, ha ido superando día a día.
Con el alumnado, en general, ha tenido buena relación.
Los más comunicativos le han dejado más recuerdos, al igual que los que más
pasaban por consejería. Para ella, siempre ha sido una alegría el hecho de que,
cuando ya habían terminado sus estudios en el instituto, la saludaran en la
calle con esas caritas tan cambiadas. Con esos saludos se daba cuenta de que no
había pasado desapercibida.
Ahora que se acerca el momento de su jubilación está segura de que echará de menos a toda la comunidad educativa, las mañanas en las ventanillas dando los buenos días al profesorado, las anécdotas vividas y una larga lista de detalles que no olvidará jamás.
Ahora le toca disfrutar de una nueva etapa, dedicarse a lo que no podía hacer cuando estaba trabajando, disfrutar de su familia y de sus nietos, viajar...
Despedirse le resulta difícil. Desde aquí quiere dar
las gracias a todos por los buenos recuerdos que le han dejado: a la directiva,
al profesorado, a sus compañeros, a las limpiadoras, a los padres, a las
madres y a todas las personas que ha conocido en el “Calero”.
Victoria Márquez Fernández 2º BA
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