Ángela Galán Fabios, alumna de 2º de Bachillerato, que forma
parte del equipo de redacción de "El Calerito Digital", participó en el Campus de Investigación de la
Universidad de Córdoba desde el pasado siete de julio hasta el doce del mismo
mes.
Se interesó desde un principio gracias a las recomendaciones
de su hermana, que ya había asistido anteriormente. En el campamento podían participar alumnos y alumnas de
toda la provincia de Córdoba y Córdoba capital nacidos/as en los años 2002 o 2003
con una nota media del curso anterior superior al siete y medio, aunque tenían preferencia aquellos/as de su quinta.
De Pozoblanco y del resto de las localidades de los Pedroches solo fue ella, no sabe si porque no sabían de la existencia de estos campamentos o porque no les interesaron.
De Pozoblanco y del resto de las localidades de los Pedroches solo fue ella, no sabe si porque no sabían de la existencia de estos campamentos o porque no les interesaron.
El Campus se dividía en 14 grupos, cada uno con un proyecto
diferente, pero todos relacionados con la ciencia, excepto dos que se orientaban
más a las humanidades. Uno de ellos fue el de Ángela, llamado: "Pruévalo
e verás ques cierto”. Recetas de época medieval", organizado por
el departamento de Ciencias de la Antigüedad y de la Edad Media de la Facultad
de Filosofía y Letras. El proyecto se basaba en descubrir, a través de los
textos que se han conservado, los remedios caseros que ponían en práctica las personas
que vivieron durante la Edad Media. Aprendieron cómo hacían la tinta de
escritura, cómo quitaban manchas tanto de tinta como de aceite, cómo hacer
tinte para el cabello, etc.
Comían y dormían en el Colegio Mayor "Nuestra Señora de la
Asunción" de Córdoba.
Ángela nos confiesa que los/as tenían muy ocupados todos los
días. El primero fue de presentación: llegaron al Colegio Mayor e
inmediatamente después los desplazaron al Rectorado de la Universidad de
Córdoba donde varias personas de la Universidad les dieron la bienvenida y los/as
animaron a estudiar allí. Al final de la charla, fue la prensa y les hicieron
una foto de grupo. Los tres días posteriores tenían la misma programación: por
la mañana se levantaban temprano para desayunar y después iba cada proyecto a
la facultad correspondiente. En su caso, tenían dos horas de teoría en las que
Ricardo Córdoba de la Llave, catedrático de Historia, les daba clases de cómo
se transcriben textos de esa época. Las dos horas siguientes ponían en práctica
lo que habían aprendido.
Por la tarde, iban siempre a la piscina del Colegio Mayor y después tenían programadas actividades más lúdicas: el martes visitaron el Jardín Botánico de la ciudad, el miércoles fueron aficionados de la astronomía y vieron a través del telescopio los planetas y la Luna.
El mediodía del jueves tuvieron que exponer lo que habían aprendido del proyecto y por la noche hicieron una gymkana en la que ganó su grupo. El viernes fue el día de despedida, el más triste según nos confiesa.
Por la tarde, iban siempre a la piscina del Colegio Mayor y después tenían programadas actividades más lúdicas: el martes visitaron el Jardín Botánico de la ciudad, el miércoles fueron aficionados de la astronomía y vieron a través del telescopio los planetas y la Luna.
El mediodía del jueves tuvieron que exponer lo que habían aprendido del proyecto y por la noche hicieron una gymkana en la que ganó su grupo. El viernes fue el día de despedida, el más triste según nos confiesa.
Después de esa experiencia, Ángela recomienda gratamente a todo el alumnado participar en esta actividad porque, gracias a ella, se entra en contacto con el mundo universitario. Sobre todo, lo mejor
que se ha llevado ha sido la relación de amistad con personas a las que, a lo mejor, nunca habría conocido. Además,
nos cuenta que se ha dado cuenta de que la época medieval no es como nos la
pintan, puesto que las personas que vivieron entonces se cuidaban y se preocupaban
de conservar una buena imagen.
Paula Moreno y Araceli Pérez (2º BA)
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