miércoles, 27 de noviembre de 2019

DON JUAN BAUTISTA CARPIO: "LA CURIOSIDAD ES LO QUE NOS HACE HUMANOS."

Hoy hablamos con don Juan, actual profesor de nuestro centro, el IES Antonio María Calero. Nació en Pozoblanco en el 1968, concretamente en la calle Plaza del Mercado. Ha vivido durante toda su vida entre Pozoblanco, Córdoba y Torrecampo, donde reside actualmente. Entre los años 2011 y 2015 fue concejal del Ayto. de Pozoblanco (trabajo no remunerado) compatibilizando esta labor con su trabajo para la fundación PRASA.

·         Buenas, don Juan, ¿qué carrera universitaria cursó para llegar a dedicarse a la docencia actualmente?

Estudié la licenciatura de Geografía e Historia, que entonces comprendía Geografía, Historia e Historia del Arte, y luego hice el doctorado en Historia Medieval.

·         ¿Le fue muy difícil decidirse por el grado que estudiar?
La verdad es que sí. Había muchas cosas diferentes que me gustaban, desde Arquitectura (los que me conocéis en clase y habéis visto mis intentos de dibujar incluso lo más simple estaréis de acuerdo conmigo en que acerté no eligiendo esta carrera) hasta Ciencias Económicas. Finalmente me decidí por Historia.

·         ¿Dedicarse a la enseñanza de Secundaria era lo que siempre había planeado?
Siempre me ha gustado la enseñanza. Aunque también otras cosas, como la investigación o la gestión cultural. Y he hecho de todo un poco, aunque ahora mismo puedo estar totalmente satisfecho de estar donde quiero estar: enseñando en el Calero.

·         Bajo su punto de vista, ¿qué es lo mejor de estar en contacto con la juventud cada día en su trabajo?
Rodearte de gente joven no solo te contagia de la alegría, el optimismo y las ganas de afrontar el futuro que tenéis los jóvenes, sino que además hace que te acostumbres a ver la realidad desde un punto de vista diferente al de las personas –mayores- con las que te relacionas a diario. Y eso es enriquecedor.  Trabajar rodeado de jóvenes me ayuda a intentar mantener la mente abierta, a aceptar opiniones diferentes aunque no las compartas siempre, a ser tolerante. (Aunque en el trabajo de profesor algunas veces tenemos también que marcar los límites para garantizar la convivencia, y eso hace que no siempre se nos vea como muy tolerantes ¿eh?).

·        A parte de ser profesor, ¿ha tenido usted otros trabajos?
La verdad es que he hecho cosas bastante diferentes. A ver si no me dejo muchas atrás: además de ayudar a veces en casa, tanto en la tienda que tenían mis padres (aburrido cuando no entraba nadie, agobiado cuando había más de tres personas; definitivamente tenía que estudiar para no tener que vivir de la tienda) como en el campo (¡Ay! ¡Todavía recuerdo las frías mañanas de recogida de aceitunas!), al terminar la carrera trabajé como peón en los planes de control de incendios forestales, tuve lo que hoy sería un contrato de investigación de cuatro años en la Universidad de Córdoba (becas de investigación se llamaban), di cursos específicos en programas en España de algunas universidades norteamericanas, trabajé unos años en el Museo Arqueológico de Córdoba, y he estado trabajando en una Fundación y desarrollando el proyecto del museo de Torrecampo. O sea, que es cierto lo que estáis pensando: soy bastante viejo.

·        ¿Cree usted que somos la generación perdida como tanto se dice?
¡Anda! Pues hace un par de días me enviaron un “meme” en forma de cómic sobre este tema que me gustó mucho.
Siempre hay gente lamentándose de que la juventud ya no es lo que era. Que “cualquiera tiempo pasado fue mejor”, como cantaba Jorge Manrique ya en el siglo XV. Si eso fuera así, hoy no habría grandes médicos, científicos, escritores, ni un buen grupo de españoles jugando en la NBA…
Somos nosotros, los mayores, los que no sabemos ver qué hay de bueno en la juventud. Porque no somos capaces de entender cuáles son todas las preocupaciones de los jóvenes, y además porque os tenemos una envidia que tiene poco de sana: en el fondo, lo que nos gustaría es seguir siendo jóvenes.
En resumen, te puedo decir que, aunque reconozco que me encanta la poesía del siglo XV, me quedo con la reinterpretación que hizo el grupo argentino Les Luthiers: “Cualquier tiempo pasado fue anterior”.

·         Es profesor en las materias de Historia e Historia del arte, ¿qué importancia les otorga en la educación?
Para mí, son materias fundamentales. Porque es fundamental comprender nuestro mundo, entre otras muchas cosas para evitar que nos engañen. Recibimos a diario miles de mensajes que solo buscan condicionarnos para que compremos, para que decidamos, para que pensemos de la forma que algunos quieren que lo hagamos. Solo así, teniendo ese modelo de móvil, escuchando ese tipo de música, apoyando a ese preciso líder social o político, alcanzaremos la felicidad, nos repiten. Lo sabio, lo bueno, lo correcto, todo nos lo dicen. Pero ¿cómo saber si nos están engañando? Pues para eso están la literatura, la filosofía y, sobre todo (a ver, ¡qué os voy a decir yo!), la historia. Que nos enseña a reconocer las agresiones, los abusos, las injusticias, y solo reconociéndolas podremos luchar contra ellas. No es importante conocer la historia porque nos hace más sabios, sino porque nos ayuda a no dejarnos llevar por las voces dominantes y, de esta forma, a ser más libres, a pensar por nosotros mismos.
En cuanto a la Historia del Arte, nos enseña a reconocer la estética que nos rodea: en los museos, pero también en la calle, en los edificios, en los anuncios de televisión. Pero, sobre todo, destaca porque es la asignatura más bonita de todo el bachillerato. Ya les he dicho a mis alumnos que ese es un hecho objetivo (ja, ja, ja).

·         ¿Tiene alguna anécdota dando clase que siempre recuerde?
Pues en un instituto, ya lo sabéis, pasa de todo. Cada centro es un mundo, y no todos son tan tranquilos como lo es –casi siempre- el Calero. Me acuerdo con cierta vergüenza de una guardia de recreo que tuve que hacer en un instituto de Montoro, al que acababa de llegar después de llevar medio curso en San Fernando (Cádiz). El centro de San Fernando no es que fuera “malo”, y de hecho lo recuerdo con mucho cariño, pero la verdad es que era, como mínimo, “diferente”. Algún alumno hubo que se aburrió de mis clases y salió saltando por la ventana… pero sobre todo resultaba tremendamente difícil mantener el silencio. Casi todo el mundo hablaba a voces. Y digo “casi” porque siempre había varios grupos que no hablaban: a voz en grito, cantaban flamenco. Con eso os podéis hacer una idea del volumen que uno tenía que poner en su voz para indicar a los 34 alumnos de un 4º de ESO que se callaran un momento, que ahora venía su profesor… Así de entrenadas tenía yo mis cuerdas vocales cuando hice, en mi primer día en Montoro, la guardia de recreo. Y tuve que llamar la atención a dos alumnos de 1º de ESO que estaban jugando a las peleas en un pasillo. Y les llamé la atención. Con la intensidad de voz adecuada para el instituto de San Fernando, pero sin duda no para esos dos chiquillos que posiblemente todavía recuerden el vozarrón que les quitó de golpe las ganas de jugar a las peleas. Pero tampoco fue tan grave, y cinco minutos después ya habían dejado de llorar. (¿Entiendes ahora por qué me daba vergüenza contarlo?)

·         ¿A qué le gusta dedicar su tiempo libre?
Aunque tengo bastante menos tiempo libre del que desearía, me gusta viajar, preferentemente con la familia. También salir con amigos, leer… y reconozco que los días que puedo, al acabar de comer, he ido desarrollando una cierta afición a las series de Netflix.

·         ¿Qué destacaría de su época de estudiante? ¿Nos daría algún consejo para afrontar el año de 2º de bachillerato?
Uno de los problemas de trabajar en un instituto es que muchas veces parece que uno olvida que ya no es alumno (incluso que hace bastante que dejó de serlo). Pero también os tengo que reconocer que a veces es agradable acordarse de esa etapa. Y recordar con cierto cariño que yo tenía en COU (el actual 2º de bachillerato), por ejemplo, el mismo pánico que vosotros a la Selectividad, aunque no sea para tanto. Sé que, por mucho que os diga, el tema Pruebas de Acceso lo seguiréis viendo negro. Así es que os pido que penséis que este curso la mayoría de las materias que tenéis que estudiar son interesantes (punto positivo: +1), que conocéis el funcionamiento del instituto y podéis estar más cómodos en vuestra relación con compañeros y profesores (+2), que estáis haciendo proyectos ilusionantes para un futuro que ya está muy cerca (+3). Podría seguir, pero con esto puede ser suficiente para lo que quería deciros: como mínimo, lo positivo gana por 3 a 1 a lo agobiante o negativo. Así es que ¡a disfrutar de cada uno de los días de este 2º de bachillerato!

·         ¿Qué mensaje le gustaría transmitirle a sus alumnos?
Pues igual me decís pesado, pero voy a seguir con el argumento de la pregunta pasada. Creo que al instituto hay que venir a intentar pasárselo bien, a disfrutar. Una de las cosas que nos ha enseñado la Historia es que la curiosidad es lo que nos hace humanos. Las ganas de aprender. Y, como humanos, disfrutamos aprendiendo. ¿Por qué, si no, abandonamos un videojuego una vez que “nos lo hemos pasado”? Porque si no te obliga a aprender, ya no es divertido.
Por eso os recomendaría que os divirtáis en el instituto. Que disfrutéis aprendiendo. Pero no solo en las clases, sino también –incluso os diría que principalmente- fuera de ellas: aprended de los compañeros, de vuestro trato con los profesores, de la misma forma que yo aprendo todos los días de mis compañeros y de mis alumnos.

·         A parte de en Pozoblanco, ¿ha trabajado usted en otros lugares? ¿Cuál ha sido su experiencia?
He dado clase en institutos de Secundaria de varias provincias: estuve en Málaga, en Cádiz capital y en San Fernando, y en nuestra provincia he dado clase en Córdoba, Montoro, Montilla y Pozoblanco (estuve en el IES Los Pedroches, y ahora en el IES Antonio María Calero).

·         Muchas gracias por su tiempo, ¿le gustaría despedirse con alguna reflexión?
Como sabéis casi todos, es mi primer año en este centro. Ha sido mi petición número 1, y no me ha defraudado lo más mínimo. El centro en sí está bastante bien. Pero lo realmente genial es encontrarse con las personas que lo llenan, tanto profesores como alumnos. Y tenemos que aprovecharlo.


Ana Fernández García (2º BA)

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