martes, 9 de abril de 2019

EL ARTE EN POMPEYA




En el programa de hoy nos encontramos en la bulliciosa ciudad de Pompeya, situada en la bahía de Nápoles y cerca de Herculano, las temperaturas de pleno agosto no interfieren en el día a día de sus casi 20.000 habitantes, ni siquiera algunos temblores que se han sentido hoy. Esto no es inusual en la zona y no se le presta mucha atención .

 Empezamos la visita como no podía ser de otra manera por la conocida Avenida de las Tumbas, hay que resaltar que la muerte es muy importante aquí. Paseando por esta zona encontramos los lujosos sepulcros de algunos de los personajes más importantes de la ciudad.
 Saliendo de esta avenida llegamos a la Porta Salis, pasando por ella nos encontramos con varias alternativas para encontrar un buen alojamiento.
Grandes habitaciones y un gran jardín al aire libre, eso es lo que vende el propietario del Hoppitium, uno de los establecimientos de este tipo.

Otro ejemplo es el hotel cerca de las Termas Estabiares, estas son una buena elección, están cerca de la Vía Pompeiana y además, también lo está del mayor burdel de la ciudad.


La calle comercial de Pompeya tiene aceras elevadas, que a veces pueden llegar a estar un metro por encima de la calzada, eso sí, hay bloques de piedra preparados para que los peatones puedan cruzar sin bajar a la calzada lo que siendo honestos, con el ganado que pasa y los desechos que se vierten aquí no es muy buena idea.
En esta calle podemos encontrar tiendas que venden perfumes orientales, telas finas, joyas y especias traídas de países lejanos.
Para conocer más del comercio en la ciudad entramos al establecimiento de Umbricio Escauro quien a sus 59 años ha acaparado el mercado del garum, la famosa salsa de pescado. Le preguntamos que es lo mejor que le ha traído esta popularidad comercial, -los mosaicos de mi villa – responde sin pensarlo dos veces. En cuanto a los mensajes de estos no hace falta pensarlo mucho – hablan del mejor garum, el de Escauro, hecho de caballa – nos cuenta.
Nos despedimos del vendedor quien nos invita a cenar a su casa y marchamos a otro establecimiento, el de Lucio Vetio, - mi padre era productor de vino y de él heredé el negocio – nos cuenta al preguntarle por su vocación. También tiene mosaicos que hablan de su producto, aunque este, al contrario que el de Escauro son los buenos caldos que
salen de sus viñedos. –Es el mejor de su tipo, lo cultivamos en los extramuros de la ciudad – concluye.
Pompeya se encuentra en plenas reparaciones después del terremoto, que aunque ocurriera hace 17 años todavía deja estragos. Hoy día se dan algunos temblores pero nada que nos impida disfrutar de esta ciudad de nuestro gran Imperio.
 
Paseando por sus calles notamos que no hay casas bancarias como en Roma por lo que preguntamos a un aldeano, llamado Galileo para que nos explique la situación: - Aquí hay dos prestamistas a los que se recurre para conseguir crédito, aunque, lo que yo pienso es que ¿para qué tener 15 pares de zapatos? Basta con 2, de quita y pon, una casa, algunos esclavos y ya se puede ser dichoso.

Tenemos el privilegio de ser invitados a asistir al anfiteatro para disfrutar de los juegos que organizan hoy las autoridades.
Por el camino hablamos con pompeyanos que nos hablan entusiasmados de Félix, el genio del espectáculo, que levanta al público de sus asientos enfrentándose a osos salvajes. Pero no todo el mundo disfruta
así del espectáculo, es el caso de Tácito, - la pasión por los combates en la arena hace la competencia de la elocuencia entre los jóvenes – dice mientras ve pasar a la multitud hacia el evento.

Después del espectáculo vamos al puerto que, pese a ser pequeño, a él llegan productos desde los lugares más lejanos del imperio.
-Aquí es fácil hacer dinero si se mueven bien los hilos- nos explica Escauro cuando nos recibe en su mansión, cerca del foro, con su familia y una mesa servida con una costosa vajilla de plata.
Al entrar vemos en la fachada una
pintura y carteles que promocionan la carrera electoral de un familiar de nuestro anfitrión.
 
-Aún con mi victoria en el terreno del garum, no todo en mi vida ha sido bueno- nos cuenta al hablar
del monumento funerario de
su fallecido hijo en la Porta Salis.

La morada del rey del garum está decorada con estatuillas, y las paredes están pintadas de vivos colores rojizos. Es de las pocas con agua corriente y cuenta con peristilo y dos atrios con pinturas con motivos mitológicos.
Varios esclavos trabajan en la villa, hablamos con uno de ellos, Berbo – sufro la ira de mi amo- nos dice sin alzar la voz para no ser escuchado por Escauro –nos castiga, vende o alquila cuando quiere, pero, eso no es nada nuevo-
De todas formas no todos tratan igual a sus esclavos, comerciantes ricos como Lucio, el comerciante de vino, tenían esclavos médicos. Al de Lucio, cuando murió, se le dedicó incluso una placa funeraria.
La noche llega y nos alojamos en el Oppitium, del que ya habíamos hablado anteriormente.
El sol comienza a brillar en Pompeya y nosotros nos dirigimos a nuestra siguiente parada, el foro, un espacio de forma rectangular, rodeado en sus 3
lados por una columnata. Aquí se encuentra el templo de Júpiter, Juno y Minerva, en su interior hay objetos que los fieles han dejado como pago por verse cumplidas sus plegarias.
Entramos justo cuando un sacerdote, vestido con una toga que le tapa parte de la cabeza celebra un sacrificio de animales.
 
El foro, además de ser el centro religioso de la ciudad, es también donde se imparte justicia, en el Edificio de los Ediles por ejemplo, se controlan los mercados y el transporte.
Hay multitud de estatuas conmemorativas, de miembros de la familia imperial o de ciudadanos locales de alguna importancia, como la del hijo de Escauro, el rey del garum.

Salimos del foro y pasamos ahora por la Vía Abenancia, donde hay un buen número de tabernas en las que el pueblo llano bebe vino y come guisos de legumbres, también se acude aquí para calentar el alimento, ya que no todas las viviendas tienen horno. Los que pueden permitírselo disfrutan de un cabrito al estilo parto.
La Taberna Aselina, donde nos encontramos, es de las más conocidas, lo más característico es su mostrador en forma de L. Una lámpara de broce que cuelga de una figurilla ilumina la entrada y una escalera conduce al piso superior que cuenta con habitaciones normalmente utilizadas por las prostitutas, aun habiendo burdeles en la ciudad.
En la taberna nos quedamos hasta que llega la noche...
Hoy, 24 de agosto del año 79, nuestro último día en esta increíble ciudad, el cielo está despejado y se nota un aire muy calmado en la ciudad al ser las 7 de la mañana.
Hemos sentido algunos temblores, que es por lo que nos hemos levantado, pero todo está muy tranquilo.

 Empieza a formarse barullo en la calle y salimos para saber qué pasa, el desconcierto abunda entre la población, no saben si estos temblores son indicios de algo más grande o
algo rutinario.
-Esto no es para tanto, mi familia y yo vamos a quedarnos aquí- dice firmemente Escauro.
La gente tiene miedo pero le aterra aún más abandonar el territorio.
Lucio Vetio, el heredero del emporio del vino, piensa otra cosa –pienso abandonar la ciudad con mi familia ahora mismo que todavía puedo estar a tiempo de llegar a la costa, creo que deberíais hacer todos lo mismo-
El caos se forma en la ciudad, los temblores aumentan, la gente se esconde, refugia o escapa de la ciudad dejándolo todo atrás. Llegamos a la conclusión de que lo mejor es hacer lo mismo que esa gente y salir de aquí. Corremos al puerto pero no hay ninguna embarcación disponible, la gente ya había zarpado hacía rato. Una nube de polvo empieza a elevarse – el Vesubio ha entrado en erupción- dice temeroso mi cámara.
En ese momento encontramos a un anciano con un joven subiendo a una barca, le pedimos que nos lleve y este acepta. Es el conocido científico Plínio el Viejo.
Si no nos detenemos podremos escapar de la catástrofe, no creo que el viejo quiera quedarse mirando cómo

Andrés Carpio Cortés (2º BA)

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