La sanidad en España es pública, algo que todos sabemos y de lo que deberíamos estar agradecidos; el sentirte amparado cuando estás enfermo sin temor a lo que te pueda llegar a costar es lo que más nos ayuda a mejorar.
Sin embargo, en España, la salud a la que menos atención se le presta es la salud mental.
Según la Confederación de Salud Mental de España, el 9% de la población tiene un problema mental, siendo el 6'7% un problema de ansiedad y/o depresión. En esta última cifra, el porcentaje de mujeres (9'2%) es mayor al de hombres (4%). Entre el 2'5% y el 3% de la población adulta tiene un trastorno grave, lo cual supone más de un millón de personas.
En cuanto al trabajo, de normal entre el 11% y el 27% de los problemas mentales de la gente que trabaja se deben a las condiciones de trabajo, mientras que 8 de cada 10 personas con trastornos mentales no disponen de un trabajo. Jocoso, ¿verdad?
En España, a pesar de tener sanidad pública, seguimos teniendo cifras alarmantes de gente con problemas mentales sin tratar, e incluso los que son tratados, más de la mitad confiesa no haber recibido un buen tratamiento.
Esto se agrava cuando hablamos de los datos tras la pandemia. Los casos de ansiedad, depresión y ataques de pánico se multiplican.
Tras la pandemia, la necesidad de psicólogos en la sanidad pública se ha hecho notoria, y la necesidad de profesionales realmente cualificados, ya que se ha hecho notar la poca preparación ante casos complejos de los profesionales públicos, quienes parecen poner en práctica su título de instructor de meditación más que de psicología.
La venta y consumo de medicinas como lo son las benzodiazepinas (medicación prescrita para casos de ansiedad e insomnio al actuar como un sedante sobre el sistema central) ha aumentado de manera notoria, siendo en España casi 110 dosis diarias por cada 1000 habitantes cuando en lugares como Alemania, es de 0'04.
En resumen, basta con echar un vistazo a los porcentajes y datos para darse cuenta de que el talón de Aquiles de la sanidad pública que posee España es la salud mental, ya que está en segundo plano, hay demasiados autodiagnósticos (lo que lleva a automedicarse, acción bastante peligrosa) y la poca atención que hay no es de calidad. Esto se podría llegar a cambiar asegurándose de que los profesionales a disposición de la población estén correctamente instruidos y aumentando el número de consultas y doctores.
Con suerte y poniendo de nuestra parte, tal vez España tenga un futuro algo más brillante en este tema y las cifras ya no serán tan altas.
Rocío Torres Contreras (2º BA)
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