martes, 1 de marzo de 2022

La historia de un héroe

Este reportaje va dedicado como homenaje a Juan Romero Romero (1919-2021), último superviviente español del campo de concentración Mauthausen. Cabe destacar su procedencia, ya que nació y se crió en el pueblo de Torrecampo, el cual se ubica en nuestra comarca.



Sus inicios

Juan Romero nació en abril de 1919 en Torrecampo (Córdoba) y se crió en el seno de una humilde familia campesina. Este deseo de acabar con la amplia desigualdad económica y social que existía en España le llevó a afiliarse a UGT. A pesar de que solo tenía 17 años cuando estalló el levantamiento militar contra la democracia republicana, Juan se ofreció como voluntario para luchar contra el ejército fascista. Como parte de la Brigada Combinada 33, combatió en la Sierra de Guadarrama, Brunetti, Guadalajara y Teruel. La batalla de El Ebro fue especialmente difícil para Juan, ya que tuvo que cruzar el río en una pequeña barca mientras los soldados de Franco le disparaban desde la orilla. Muchos de los Compañeros murieron. Juan resultó herido, pero luego de recuperarse en un hospital de campaña, regresó a su batallón. Ante el ya imparable avance de las fuerzas franquistas, Juan cruza la frontera francesa en febrero de 1939.

Las autoridades francesas lo retuvieron a él y a miles de sus compatriotas en el campo de concentración de Vernet D'Arig. A pesar del maltrato de las autoridades francesas, Juan decidió unirse a la Legión Extranjera para luchar de nuevo contra el fascismo en la próxima guerra contra Hitler. Este segundo encuentro tampoco acabó bien para el torrecampeño. En el verano de 1940, fue capturado por las fuerzas nazis y llevado a un campo de prisioneros de guerra en la ciudad alemana de Luckenwald. En un lugar donde se respetan más o menos los derechos humanos y las convenciones internacionales, debería haber pasado el resto de la competencia. Sin embargo, las negociaciones entre el régimen franquista y sus aliados nazis cambiaron radicalmente el destino de todos los españoles que, como Juan, estuvieron en estos campos de prisioneros de guerra. La Gestapo se dedicaba a identificar a las personas una por una, enviándolas a campos de concentración para su explotación y exterminio.


La cámara de gas de Mauthausen

Juan Romero fue uno de los más de 7.500 españoles que, tras haber formado parte del Ejército francés, ingresaron en Mauthausen-Gusen entre 1940 y 1942. De los 7.500 de Mauthausen, unos 5.200 solo pudieron salir de allí a través de la chimenea del crematorio, convertidos en humo y cenizas. Juan tuvo fortaleza, inteligencia y, sobre todo, una buena dosis de suerte que le permitió sobrevivir. El primer trabajo esclavo que le asignaron los SS fue en la temible cantera de granito donde los españoles pasaban cerca de doce horas picando y trasladando piedras.

Mejor tratado y con algo más de comida, Juan recuperó fuerzas hasta que, un día, resultó seriamente herido tras sufrir un accidente en el trabajo. Los prisioneros sabían que la enfermería de Mauthausen era un verdadero matadero. Juan volvió a tener suerte y, con la ayuda de algunos enfermeros-prisioneros españoles, se reestableció. Su siguiente y último destino en Mauthausen fue en el llamado «comando de la desinfección».

Su misión consistía en recoger las ropas de las expediciones de prisioneros que llegaban al campo y, en unas grandes parihuelas, llevarlas al edificio donde las lavaban y desinfectaban. Juan no murió de hambre porque él y sus compañeros del comando siempre encontraban algo de comida en los bolsillos de esas ropas. 

 Juan tenía que contemplar, especialmente en los últimos meses de la guerra, los grupos de prisioneros que eran enviados a la cámara de gas ya que si había grupos que llegaban y en vez de ir a la ducha se quedaban fuera, eso era muy malo… porque esos iban directamente a la cámara de gas.


Pesadillas hasta el día de su muerte


Los guerreros cordobeses nunca pudieron olvidar los grupos que marchaban hacia el matadero sin siquiera darse cuenta. De todos ellos cada vez que recordaba estos años hubo uno en particular que le marcó: “Vino un grupo sorbe la tierra hombres mujeres y niños. Teníamos 30 o 
40 años. Estábamos listos para salir; Esperamos a que entraran nos pasaron  y una niña  me sonrió... la niña pobre ignorante no sabía que iba directa a la cámara de gas. Y  me dolió mucho. He visto muchas andas pero esa niña la niña que me echó una sonrisa... Incluso ahora cuando cae la noche me acuerdo de ella". 
 
Cuando los soldados estadounidenses llegaron a Mauthausen el 5 de mayo de 1945 liberaron físicamente a los prisioneros, pero nadie  pudo liberar sus mentes tras todo lo vivido. Los recuerdos de lo que tuvieron que soportar en el campo de sus camaradas asesinados de las atrocidades  que presenciaron los perseguirían por el resto de sus vidas. A este trauma en el caso de los españoles se suma otro drama: no pueden volver a casa porque España sigue en manos de Franco. Juan rehizo su vida en Francia. Se mudó a la ciudad de Ay, casándose y formando una familia y desarrollando su carrera profesional en una bodega de champán.


Final de esta historia

Los homenajes de la patria le llegaron a Juan en el último momento. Fue el 5 de mayo pocos días después de cumplir 101 años cuando el Consejo de Ministros aproó un documento reconociendo su silueta. Un reconocimiento que el vicepresidente primero le transmitió personalmente el pasado mes de agosto. Carmen Calvo acudió al pueblo de Ay para decirle lo que Juan había estado esperando todos estos años: "Gracias por tu vida". Calvo le agradeció por luchar contra el franquismo y por defender la democracia en España y en toda Europa: "Nunca haremos lo suficiente, siempre estaremos en deuda con los antifascistas españoles que pagaron con su vida. Gratitud eterna desde la democracia española". Eterno gratitud de la democracia española. Juan estaba muy feliz ese día y sus seres queridos afirman que esta última gratitud le permitió irse en paz.


Juan Romero con sus hijos Bernard y Jeannine y su nieta Eva

Danut Dragus (2ºBA)

No hay comentarios:

Publicar un comentario