Aquellos cuatro amigos
Corría el año 1936 en Miranda de Ebro cuando todavía nos reuníamos en la misma habitación todos los jueves para después dar un paseo y echar la aparcería. Yo siempre me sentaba en la silla de madera y cuero beige. A mi lado se sentaba don Ramón de la Cruz, en la silla de enfrente se sentaba Marcos Torres y en el marco de la puerta se apoyaba don Miguel Cabrera, que siempre llegaba tarde y prefería quedarse de pie a esperar que decidiéramos levantarnos, aunque siempre nos sentábamos porque él no venía y había que esperarle.
Cuando me paro a pensarlo lo veo un poco absurdo: él se queda esperando a que nos levantemos cuando somos nosotros los que nos sentamos esperándole a él. Cada uno de nosotros trabajaba en algo diferente: yo era maestro, don Ramón era veterinario, don Marcos era el boticario del pueblo y don Miguel era el alcalde republicano.
Ya eran las una y media, y continuábamos esperando a don Miguel. Esta vez ya estaba tardando demasiado, así que decidimos pasar por su casa a preguntar. Cuando llegamos a su casa nos abrió su mujer y nos dijo que llevaba sin verle desde ayer. En ese momento supimos que seguramente no le veríamos más y que esperarle como hace su mujer ahora sí que sería absurdo.
Noelia Ruiz Bravo (4º ESO B)
Crónica de una vida
Hace ya casi un siglo, un joven preocupado por los problemas de su época, escribía sus crónicas en un libro en blanco. Escribía con detalle las desdichas que le sucedían día a día y se agobiaba con lo que le podría llegar a esperar en el futuro.
Tanto él como las personas de su generación, sentían inestabilidad en su día a día, ya que no sabían si se tenían que ir a la guerra a luchar o no.
Un día de abril, llamaron a su puerta porque se tenía que ir a la guerra.
Muchísimos años más tarde, ya con 80 años, se encontraba en la misma mesa y sentado en la misma silla que cuando escribía de joven sus preocupaciones.
En ese momento, él escribía sobre sus malas experiencias en la guerra y sobre la añoranza de sus compañeros, que murieron a causa de la guerra.
Aquel hombre murió con 90 años, en 2009, y todos sus recuerdos ahora los transmiten sus hijos, nietos, bisnietos... Todo esto para recordar que las guerras no son el camino, sino la paz y el respeto.
Pablo Moreno Galeano (4º ESO B)
En esta vida
Sincero debes ser
Feliz, y familiar
Unico y especial
Eres buena persona persona,
Razona todo lo posible
Zanja los problemas
Obvia lo horrible.
Eugenio Cabrera Vioque (1º ESO B)
Incluso hasta en el invierno
No te pongas muy contenta
Si se le cae la cuerna al reno
Por si la noche es lenta
Incluso en el verano
Resulta el calor pesado
A veces nos da de lado
Como siempre nos pone tostados
Incluso en primavera
Obvio que nos gusta
Nunca dejar de ver la ladera.
Lorena Borreguero Fernández (1º ESO B)
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