Este reportaje va dedicado como homenaje a Juan Romero Romero (1919-2021), último superviviente español del campo de concentración Mauthausen. Cabe destacar su procedencia, ya que nació y se crió en el pueblo de Torrecampo, el cual se ubica en nuestra comarca.
Sus inicios
Juan Romero nació en abril de 1919 en Torrecampo (Córdoba) y se crió en el seno de una humilde familia campesina. Este deseo de acabar con la amplia desigualdad económica y social que existía en España le llevó a afiliarse a UGT. A pesar de que solo tenía 17 años cuando estalló el levantamiento militar contra la democracia republicana, Juan se ofreció como voluntario para luchar contra el ejército fascista. Como parte de la Brigada Combinada 33, combatió en la Sierra de Guadarrama, Brunetti, Guadalajara y Teruel. La batalla de El Ebro fue especialmente difícil para Juan, ya que tuvo que cruzar el río en una pequeña barca mientras los soldados de Franco le disparaban desde la orilla. Muchos de los Compañeros murieron. Juan resultó herido, pero luego de recuperarse en un hospital de campaña, regresó a su batallón. Ante el ya imparable avance de las fuerzas franquistas, Juan cruza la frontera francesa en febrero de 1939.
Las autoridades francesas lo retuvieron a él y a miles de sus compatriotas en el campo de concentración de Vernet D'Arig. A pesar del maltrato de las autoridades francesas, Juan decidió unirse a la Legión Extranjera para luchar de nuevo contra el fascismo en la próxima guerra contra Hitler. Este segundo encuentro tampoco acabó bien para el torrecampeño. En el verano de 1940, fue capturado por las fuerzas nazis y llevado a un campo de prisioneros de guerra en la ciudad alemana de Luckenwald. En un lugar donde se respetan más o menos los derechos humanos y las convenciones internacionales, debería haber pasado el resto de la competencia. Sin embargo, las negociaciones entre el régimen franquista y sus aliados nazis cambiaron radicalmente el destino de todos los españoles que, como Juan, estuvieron en estos campos de prisioneros de guerra. La Gestapo se dedicaba a identificar a las personas una por una, enviándolas a campos de concentración para su explotación y exterminio.
La cámara de gas de Mauthausen
Juan Romero fue uno de los más de 7.500 españoles que, tras haber formado parte del Ejército francés, ingresaron en Mauthausen-Gusen entre 1940 y 1942. De los 7.500 de Mauthausen, unos 5.200 solo pudieron salir de allí a través de la chimenea del crematorio, convertidos en humo y cenizas. Juan tuvo fortaleza, inteligencia y, sobre todo, una buena dosis de suerte que le permitió sobrevivir. El primer trabajo esclavo que le asignaron los SS fue en la temible cantera de granito donde los españoles pasaban cerca de doce horas picando y trasladando piedras.
Mejor tratado y con algo más de comida, Juan recuperó fuerzas hasta que, un día, resultó seriamente herido tras sufrir un accidente en el trabajo. Los prisioneros sabían que la enfermería de Mauthausen era un verdadero matadero. Juan volvió a tener suerte y, con la ayuda de algunos enfermeros-prisioneros españoles, se reestableció. Su siguiente y último destino en Mauthausen fue en el llamado «comando de la desinfección».
Su misión consistía en recoger las ropas de las expediciones de prisioneros que llegaban al campo y, en unas grandes parihuelas, llevarlas al edificio donde las lavaban y desinfectaban. Juan no murió de hambre porque él y sus compañeros del comando siempre encontraban algo de comida en los bolsillos de esas ropas.
Juan tenía que contemplar, especialmente en los últimos meses de la guerra, los grupos de prisioneros que eran enviados a la cámara de gas ya que si había grupos que llegaban y en vez de ir a la ducha se quedaban fuera, eso era muy malo… porque esos iban directamente a la cámara de gas.
Pesadillas hasta el día de su muerte
Final de esta historia
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