Hoy hablamos con don Juan, actual profesor de nuestro centro, el IES Antonio María Calero. Nació en Pozoblanco en el 1968,
concretamente en la calle Plaza del Mercado. Ha vivido durante toda su vida
entre Pozoblanco, Córdoba y Torrecampo, donde reside actualmente. Entre los años
2011 y 2015 fue concejal del Ayto. de Pozoblanco (trabajo no remunerado)
compatibilizando esta labor con su trabajo para la fundación PRASA.
·
Buenas, don Juan, ¿qué carrera universitaria
cursó para llegar a dedicarse a la docencia actualmente?
Estudié la licenciatura de Geografía e Historia, que
entonces comprendía Geografía, Historia e Historia del Arte, y luego hice el
doctorado en Historia Medieval.
·
¿Le fue muy difícil decidirse por el grado que
estudiar?
La verdad es que sí. Había muchas cosas diferentes que me
gustaban, desde Arquitectura (los que me conocéis en clase y habéis visto mis
intentos de dibujar incluso lo más simple estaréis de acuerdo conmigo en que
acerté no eligiendo esta carrera) hasta Ciencias Económicas. Finalmente me
decidí por Historia.
·
¿Dedicarse a la enseñanza de Secundaria era lo
que siempre había planeado?
Siempre me ha gustado la enseñanza. Aunque también otras cosas,
como la investigación o la gestión cultural. Y he hecho de todo un poco, aunque
ahora mismo puedo estar totalmente satisfecho de estar donde quiero estar:
enseñando en el Calero.
·
Bajo su punto de vista, ¿qué es lo mejor de
estar en contacto con la juventud cada día en su trabajo?
Rodearte de gente joven no solo te contagia de la alegría,
el optimismo y las ganas de afrontar el futuro que tenéis los jóvenes, sino que
además hace que te acostumbres a ver la realidad desde un punto de vista
diferente al de las personas –mayores- con las que te relacionas a diario. Y
eso es enriquecedor.
Trabajar rodeado de
jóvenes me ayuda a intentar mantener la mente abierta, a aceptar opiniones
diferentes aunque no las compartas siempre, a ser tolerante. (Aunque en el
trabajo de profesor algunas veces tenemos también que marcar los límites para
garantizar la convivencia, y eso hace que no siempre se nos vea como muy
tolerantes ¿eh?).
· A parte de ser profesor, ¿ha tenido usted otros trabajos?
La verdad es que he hecho cosas bastante diferentes. A ver
si no me dejo muchas atrás: además de ayudar a veces en casa, tanto en la
tienda que tenían mis padres (aburrido cuando no entraba nadie, agobiado cuando
había más de tres personas; definitivamente tenía que estudiar para no tener
que vivir de la tienda) como en el campo (¡Ay! ¡Todavía recuerdo las frías
mañanas de recogida de aceitunas!), al terminar la carrera trabajé como peón en
los planes de control de incendios forestales, tuve lo que hoy sería un
contrato de investigación de cuatro años en la Universidad de Córdoba (becas de
investigación se llamaban), di cursos específicos en programas en España de
algunas universidades norteamericanas, trabajé unos años en el Museo
Arqueológico de Córdoba, y he estado trabajando en una Fundación y
desarrollando el proyecto del museo de Torrecampo. O sea, que es cierto lo que
estáis pensando: soy bastante viejo.
· ¿Cree usted que somos
la generación perdida como tanto se dice?
¡Anda!
Pues hace un par de días me enviaron un “meme” en forma de cómic sobre este
tema que me gustó mucho.
Siempre
hay gente lamentándose de que la juventud ya no es lo que era. Que “cualquiera
tiempo pasado fue mejor”, como cantaba Jorge Manrique ya en el siglo XV. Si eso
fuera así, hoy no habría grandes médicos, científicos, escritores, ni un buen
grupo de españoles jugando en la NBA…
Somos
nosotros, los mayores, los que no sabemos ver qué hay de bueno en la juventud.
Porque no somos capaces de entender cuáles son todas las preocupaciones de los
jóvenes, y además porque os tenemos una envidia que tiene poco de sana: en el
fondo, lo que nos gustaría es seguir siendo jóvenes.
En
resumen, te puedo decir que, aunque reconozco que me encanta la poesía del siglo
XV, me quedo con la reinterpretación que hizo el grupo argentino Les Luthiers:
“Cualquier tiempo pasado fue anterior”.
·
Es profesor en las materias de Historia e
Historia del arte, ¿qué importancia les otorga en la educación?
Para mí, son materias fundamentales. Porque es fundamental
comprender nuestro mundo, entre otras muchas cosas para evitar que nos engañen.
Recibimos a diario miles de mensajes que solo buscan condicionarnos para que
compremos, para que decidamos, para que pensemos de la forma que algunos
quieren que lo hagamos. Solo así, teniendo ese modelo de móvil, escuchando ese
tipo de música, apoyando a ese preciso líder social o político, alcanzaremos la
felicidad, nos repiten. Lo sabio, lo bueno, lo correcto, todo nos lo dicen. Pero
¿cómo saber si nos están engañando? Pues para eso están la literatura, la
filosofía y, sobre todo (a ver, ¡qué os voy a decir yo!), la historia. Que nos
enseña a reconocer las agresiones, los abusos, las injusticias, y solo
reconociéndolas podremos luchar contra ellas. No es importante conocer la
historia porque nos hace más sabios, sino porque nos ayuda a no dejarnos llevar
por las voces dominantes y, de esta forma, a ser más libres, a pensar por
nosotros mismos.
En cuanto a la Historia del Arte, nos enseña a reconocer la
estética que nos rodea: en los museos, pero también en la calle, en los
edificios, en los anuncios de televisión. Pero, sobre todo, destaca porque es
la asignatura más bonita de todo el bachillerato. Ya les he dicho a mis alumnos
que ese es un hecho objetivo (ja, ja, ja).
·
¿Tiene alguna anécdota dando clase que siempre
recuerde?
Pues en un instituto, ya lo sabéis, pasa de todo. Cada
centro es un mundo, y no todos son tan tranquilos como lo es –casi siempre- el
Calero. Me acuerdo con cierta vergüenza de una guardia de recreo que tuve que
hacer en un instituto de Montoro, al que acababa de llegar después de llevar
medio curso en San Fernando (Cádiz). El centro de San Fernando no es que fuera
“malo”, y de hecho lo recuerdo con mucho cariño, pero la verdad es que era,
como mínimo, “diferente”. Algún alumno hubo que se aburrió de mis clases y
salió saltando por la ventana… pero sobre todo resultaba tremendamente difícil
mantener el silencio. Casi todo el mundo hablaba a voces. Y digo “casi” porque
siempre había varios grupos que no hablaban: a voz en grito, cantaban flamenco.
Con eso os podéis hacer una idea del volumen que uno tenía que poner en su voz
para indicar a los 34 alumnos de un 4º de ESO que se callaran un momento, que
ahora venía su profesor… Así de entrenadas tenía yo mis cuerdas vocales cuando
hice, en mi primer día en Montoro, la guardia de recreo. Y tuve que llamar la
atención a dos alumnos de 1º de ESO que estaban jugando a las peleas en un
pasillo. Y les llamé la atención. Con la intensidad de voz adecuada para el
instituto de San Fernando, pero sin duda no para esos dos chiquillos que
posiblemente todavía recuerden el vozarrón que les quitó de golpe las ganas de
jugar a las peleas. Pero tampoco fue tan grave, y cinco minutos después ya
habían dejado de llorar. (¿Entiendes ahora por qué me daba vergüenza contarlo?)
·
¿A qué le gusta dedicar su tiempo libre?
Aunque tengo bastante menos tiempo libre del que desearía,
me gusta viajar, preferentemente con la familia. También salir con amigos,
leer… y reconozco que los días que puedo, al acabar de comer, he ido
desarrollando una cierta afición a las series de Netflix.
·
¿Qué destacaría de su época de estudiante? ¿Nos
daría algún consejo para afrontar el año de 2º de bachillerato?
Uno de los problemas de trabajar en un instituto es que
muchas veces parece que uno olvida que ya no es alumno (incluso que hace
bastante que dejó de serlo). Pero también os tengo que reconocer que a veces es
agradable acordarse de esa etapa. Y recordar con cierto cariño que yo tenía en
COU (el actual 2º de bachillerato), por ejemplo, el mismo pánico que vosotros a
la Selectividad, aunque no sea para tanto. Sé que, por mucho que os diga, el
tema Pruebas de Acceso lo seguiréis
viendo negro. Así es que os pido que penséis que este curso la mayoría de las
materias que tenéis que estudiar son interesantes (punto positivo: +1), que
conocéis el funcionamiento del instituto y podéis estar más cómodos en vuestra
relación con compañeros y profesores (+2), que estáis haciendo proyectos
ilusionantes para un futuro que ya está muy cerca (+3). Podría seguir, pero con
esto puede ser suficiente para lo que quería deciros: como mínimo, lo positivo
gana por 3 a 1 a lo agobiante o negativo. Así es que ¡a disfrutar de cada uno
de los días de este 2º de bachillerato!
·
¿Qué mensaje le gustaría transmitirle a sus
alumnos?
Pues igual me decís pesado, pero voy a seguir con el
argumento de la pregunta pasada. Creo que al instituto hay que venir a intentar
pasárselo bien, a disfrutar. Una de las cosas que nos ha enseñado la Historia
es que la curiosidad es lo que nos hace humanos. Las ganas de aprender. Y, como
humanos, disfrutamos aprendiendo. ¿Por qué, si no, abandonamos un videojuego
una vez que “nos lo hemos pasado”? Porque si no te obliga a aprender, ya no es
divertido.
Por eso os recomendaría que os divirtáis en el instituto. Que
disfrutéis aprendiendo. Pero no solo en las clases, sino también –incluso os
diría que principalmente- fuera de ellas: aprended de los compañeros, de
vuestro trato con los profesores, de la misma forma que yo aprendo todos los
días de mis compañeros y de mis alumnos.
·
A parte de en Pozoblanco, ¿ha trabajado usted en
otros lugares? ¿Cuál ha sido su experiencia?
He dado clase en institutos de Secundaria de varias
provincias: estuve en Málaga, en Cádiz capital y en San Fernando, y en nuestra
provincia he dado clase en Córdoba, Montoro, Montilla y Pozoblanco (estuve en el
IES Los Pedroches, y ahora en el IES Antonio María Calero).
·
Muchas gracias por su tiempo, ¿le gustaría
despedirse con alguna reflexión?
Como sabéis casi todos, es mi primer año en este centro. Ha
sido mi petición número 1, y no me ha defraudado lo más mínimo. El centro en sí
está bastante bien. Pero lo realmente genial es encontrarse con las personas
que lo llenan, tanto profesores como alumnos. Y tenemos que aprovecharlo.
Ana Fernández García (2º BA)