El árbol de la Ciencia es una novela que fue escrita por Pío Baroja y Nessi y se publicó en el año 1910. Es una de las novelas que se encuadra dentro de la trilogía titulada ``La raza´´, junto a La dama errante (1906) y La ciudad de la niebla (1909).
La novela se encuadra a finales del siglo XIX. Andrés Hurtado es un joven que empieza la carrera de Medicina, la cual desde el primer día no fue su aspiración más deseada, pero que a la se vio abocado gracias a la colaboración y los consejos de su tío Iturrioz, que era médico.
Solo basta que tome parte la primera clase del grado para que Andrés se dé cuenta de lo bochornosas que son la sociedad y la Educación españolas. Al primer profesor con el que se inicia lo describe como a un viejo desaliñado que nada más entrar recibe la mofa con aplausos de sus alumnos, cosa que él se la toma como un gesto gracioso y no le presta mucha atención.
Durante su etapa de pupilo, Andrés hace únicamente tres amigos. Julio Arancil, al que conocía de la escuela; un amigo de este, Montaner, con el que tendrá algunos encontronazos debido a sus diferencias políticas, y Lulú, esta fuera de la Universidad.
Sus compañeros de carrera se dedicaban a todo en las clases menos a atender, en especial en la de Química, en la que dice Andrés que se hacía de todo menos atender: fumar, beber, leer, incluso pasaban perros o se tocaba la corneta, ya que el profesor era muy manipulable y susceptible a las bromas de sus alumnos.
El ambiente en su casa no era mucho mejor. Su madre murió cuando Hurtado era aún pequeño y esto le produjo un vacío y una soledad, aunque tenía más hermanos con los que no tenía buena relación a excepción de su hermana Margarita y el menor, Luisito, debido a que era con su madre con la única persona con la que lograba entenderse. Por su parte, con el padre mantenía continúas discusiones, pues este era monárquico y conservador, y Andrés se sentía republicano y de izquierdas, por lo que la relación con su progenitor no era especialmente buena.
Andrés también cuenta con un amigo, Fermín Ibarra, aunque este padece de Artrosis, lo que limita su movilidad. A lo largo de la novela, mejora y acaba estudiando la carrera de Ingenierías.
En la segunda parte de la novela, Hurtado conoce a Lulú, a través de Julio Arancil, el cual está saliendo con su hermana. Aunque en un principio Lulú no atrae la atención de Hurtado debido a su físico no demasiado exhuberante, entablan poco a poco una amistad que se ve fortalecida y va creciendo rápidamente a lo largo del tiempo. Lo que verdaderamente atrae a Hurtado de Lulú es su manera de pensar, muy distinta a la de su época y más tratándose de una mujer, pues esta es una chica con los ideales bien claros y que no achanta en el momento de decir lo que piensa, cosa que a Hurtado de parece magnífica. Lulú es huérfana de padre y vive con su madre viuda y su hermana en un piso muy humilde. La hermana, Niní, y su madre son totalmente distintas a ella: dos mujeres sumisas y que se pasan la vida en pena por la muerte de su padre. Además, cumplen con los cánones establecidos en aquellos años sobre cómo se tenían que comportar las mujeres al perder al hombre de la casa.
Las tres tienen una vecina llamada Venancia, que se dedica a la plancha y ella tiene un yerno con el cual Hurtado va a mantener una discusión debido a que Lulú defiende a Venancia de su propia hija, entonces el yerno de Venancia va a atacar a Lulú y es cuando Hurtado llega incluso a querer pegarle.
En la novela destacan dos tipos de mujeres: las sumisas a su marido y las prostitutas, pues es la realidad de la época. Lo importante de esto es que Lulú no se adapta a ninguno de estos moldes y es lo que provoca que Andrés y ella establezcan una relación muy buena.
En la tercera parte del libro, el hermano menor de Andrés, Luisito, empeora en su enfermedad de la tuberculosis que padece desde muy pequeño, por lo que Andrés decide a través de sus conocimientos como médico que lo mejor para su hermano es mudarse a vivir con sus tíos de Valencia para que goce de más libertad y pueda respirar un aire mas puro que en su piso de Madrid. Esto provoca una confrontación su padre, que no quiere que su hijo se mude a Valencia, aunque al final cede. Entonces Andrés, Margarita y Luisito se mudan a un pueblo valenciano en el que viven sus tíos y pasan allí una temporada. Luisito se mejora y Andrés se vuelve a Madrid para preparar los exámenes finales de mayo. Andrés se doctora en medicina con una tesis sobre el dolor psicofísico. Posteriormente, se traslada a Burgos en busca de trabajo y es cuando recibe la noticia de que su hermano menor ha fallecido. Esto supone un hecho muy chocante para él, que se reafirma aún más en su escepticismo.
Mientras tanto, la situación del trato con los enfermos tampoco le resulta agradable. Cierto es que no pierde su relación Lulú, además de que la misma se ve fortalecida. Finalmente, Hurtado se vuelve de Burgos cansado de su estancia tan nefasta allí.
La cuarta parte se desarrolla en la terraza del tío Iturrioz, dónde ambos filosofan sobre el sentido de la vida, el de tener hijos y lo más importante que debaten es al respecto de dos árboles que existían en el paraíso y que dan nombre a esta novela. Estos dos árboles son el árbol de la vida y el árbol de la ciencia. El primero es un árbol muy tranquilo del que Adán y Eva comen plácidamente y son felices ya que podríamos decir que, para Hurtado, este árbol es para los religiosos y por lo tanto los que coman de él son ignorantes del sentido de la vida. El problema es cuando los primeros padres comen del árbol de la ciencia y se condenan a traer a esta al mundo, cosa que hace desdichados a los hombres, pues se intrigarán por el sentido de su existencia y este hecho los transformará en unos infelices, al percatarse de que la vida y la felicidad no tienen sentido en sí mismas.
En la quinta parte del libro, Andrés encuentra un puesto de trabajo como médico en Alcolea del Campo, el cuál sitúa entre Castilla-La Mancha y Andalucía. Se instala en una fonda llamada La Palma. Allí comió el primer día con un riojano, un catalán y un andaluz. Depués de comer y de visitar el casino, Hurtado se fue acompañado del secretario a conocer al otro médico del pueblo, Sánchez, con quién se repartió el trabajo. Después de esto, el secretario y Hurtado subieron a un cerro desde donde se veía el pueblo y sus viñedos. Por la noche Andrés cenó en la fonda y más tarde se fue a dar un paseo por el pueblo, que le parecía un inmenso cementerio.
Los primeros días fueron muy tranquilos. Sánchez y Hurtado acordaron dividirse el pueblo en dos partes. También ocurrió que Hurtado decidió abandonar la fonda y Sánchez le buscó una casa de huéspedes en un barrio llamado El Marrubial. La patrona de esta casa se llamaba Dorotea y Andrés la describe como una señora guapa y servicial, casada con un hombre llamado José que al protagonista le resultaba un feo y estúpido. Ambos dos, José y Dorotea, tenían una hija, Consuelo, de 12 años.
Las primeras dificultades de Andrés en el pueblo se presentan debido a que a su compañero Sánchez le gustaban demasiado los toros. Una tarde este acudió a Baeza a ver una corrida y la hija del molinero cayó enferma. Al estar en la parte del pueblo que se encontraba bajo la atención de Sánchez, Andrés no tendría por qué preocuparse, pero,como este estaba en los toros, o acudía Andrés o la niña moriría. Andrés la operó y todo salió bien. El problema vino cuando Sánchez volvió de Baeza y se tomó el acto de Andrés como un signo de que este quería quitarle a sus clientes y también la reputación. Mientras el pueblo se iba posicionando del lado de Hurtado, Sánchez se encargaba de quitarle esa buena fama e irlo criticando con la gente.
Hurtado empezó a investigar la economía del Alcolea y descubrió que hacía años atrás se había firmado un contrato de vinos, por lo que el pueblo se especializó en las viñas y en la producción del fruto de la vid. Esto le produjo a los vecinos del Alcolea muchas ganancias, tanto que cuando se acabó el contrato nadie cambió sus plantaciones y siguió siendo un pueblo productor de vinos.
Sobre política, el pueblo estaba dividido en dos bandos: los ratones (liberales) y los mochuelos (conservadores),entre los que se encontraba el alcalde. La gente adinerada aumentaba su patrimonio defraudando a Hacienda, pero no se les tomaba por ladrones y este hecho repelía a Andrés.
La vida en la pueblo se le hacía muy aburrida. No se llevaba bien con apenas nadie. El dueño de la casa, José (``Pepinito´´), le resultaba un hombre muy desagradable al que su mujer e hija tenían que reírle siempre las gracias cuando contaba sus historietas, que para Hurtado eran siempre la misma solo que cambiando algunos aspectos.
Para combatir el soporífero aburrimiento que le aturdía, Hurtado comenzó a frecuentar el casino y allí conoció a dos personajes que le resultaron muy peculiares. El primero fue el pianista, una persona muy pintoresca. El segundo era un antiguo hidalgo llamado Don Blas Carreño. Hurtado dice que para él, este hombre era la viva imagen del Quijote. Entre sus gustos se encontraba citar frases de los libros, hablar en castellano antiguo y llamar a los pueblos por sus primitivos nombres. Por otra parte, en el casino había un abogado, hijo de un usurero, que para Andrés resultaba un imbécil.
Un día acudió a una librería y en ella se encontró un montón de revistas pornográficas. Entonces llegó a la conclusión de que en ese pueblo la vida sexual era insatisfactoria, pues dice que cuando una vida sexual es plena no hace falta recurrir a ese tipo de medios.
Hurtado comenzó a ganarse mala reputación en Alcolea, incitada por Sánchez. Se le empezó a considerar una persona prepotente, violenta y orgullosa, además de tener malas intenciones. Para mitigarlo, Andrés dejó de frecuentar el casino y se refugió en su cuarto con un montón de libros. Alcolea lo amargaba, y si a esto añadimos que la mayoría de sus libros eran de Filosofía, sobre todo de Schopenhauer, empezó a tener una visión muy negativa del mundo y de la sociedad. Hurtado empezó a sentir dolores y a caérsele el pelo, pues era neuro-artrítico. Llegó a la conclusión de que necesitaba una mujer en su vida, pero a las únicas que conocía eran a la hija de Sánchez y la del Secretario y ninguna le interesaba, por lo que empezó a escribir, pero esto no solucionaba nada.
Para culminar su pésima fama, una noche Hurtado acudió a atender a la mujer de un señor que era conocido como el tío Garrota, la cual se había caído por el balcón y tenía una brecha de considerable envergadura en la cabeza. Esta no paraba de balbucear el nombre de su marido y, como era conocido en el pueblo que era un maltratador, el juez y los dos guardias llegaron a la conclusión de que él mismo la había precipitado por la ventana, cosa que Hurtado no compartía dado que la señora destilaba un aroma a whisky y Andrés pensó que se había caído a causa por su embriaguez. La señora estaba en estado grave y por mucho que se hizo no se le pudo salvar la vida. El tío Garrota fue a la cárcel y Andrés lo defendía. Esto provocó que su popularidad acabase finalmente rota y fuera criticado y odiado por todos los vecinos, por lo que decidió presentar su dimisión como médico rural, con una visión totalmente negativa de la gente del campo, pues no hacían nada por evitar su sometimiento a los caciques ni tampoco por aumentar su nivel intelectual.
La última noche, Hurtado y Dorotea tuvieron un encuentro sexual y a la mañana siguiente se despidió del juez y de Blas Carreño, y tomó rumbo hacia Aranjuez.
En la sexta parte, ("La experiencia en Madrid"), España acababa de perder la guerra contra EE.UU. y por lo tanto su territorios de Cuba y Filipinas, esto hizo que Andrés adquiriera una visión todavía más pesimista de la sociedad española.
Poco después se encontró con su antiguo amigo Montaner y ambos estuvieron charlando en el Café de Fornos. Montaner le dijo que había acabado su carrera gracias a los padres de su novia, que se la llevaron a Santander y él se trasladó a Salamanca. También le cuenta que Aracil montó una clínica de la que él había sido socio, aunque finalmente Aracil se alió con un valenciano. Lamela se mudó a Galicia y, aunque no ejercía de médico, vivía acomodadamente. Cañizo montó un periódico. Ortega fue designado médico militar en Cuba y había caído en el alcoholismo. Aracil se casó y prostituía a su mujer con su socio, pues su matrimonio era de conveniencia y lo único que buscaba Aracil era conseguir dinero. Días más tarde se encontró con Aracil y este le dijo que confiaba en su mujer y que si hacía eso era para cubrir sus gastos. La vida de Aracil no tenía nada que envidiar para Andrés.
Al tiempo, habló con Fermín Ibarra y este le dijo que había acabado su carrera de Ingenierías y que se iba a Bélgica a presentar sus proyectos pues decía que en España eran todos unos juerguistas y que no sabían valorar el talento. Un tiempo después, Ibarra le escribió a Andrés desde Bélgica afirmándole que su empresa iba bien.
Mientras un amigo del padre de Hurtado le buscaba algún puesto como médico, se encontró con Lulú y le comunicó que Niní había roto con Aracil y que se había casado con un hombre llamado Prudencio, el cual puso una tiendecita de confecciones a Lulú. También habló con su madre, que lo miraba con desprecio y le dijeron que se había mudado, por lo que quedaron en verse otro día.
El amigo del padre encontró a Andrés un puesto como médico de higiene. Este trabajo aumentó más su carácter antisocial y le desagradaba tener que ver desfilar a las prostitutas que acudían, que le daban pena. A esto se suma el hecho de que uno de sus pacientes era sacerdote y este tenía una casa de prostitución a la que acudían hombres de alta alcurnia, lo que le llevo a Hurtado a reflexionar sobre la dignidad de la burguesía y el respeto que se le debía profesar.
Hurtado, desilusionado sobre la situación que vivía, acude a ver a Lulú a su tienda y le cuenta que las prostitutas a las que acudía a curar le habían escrito una carta firmando con el sobrenombre de ``Las Desgraciadas´´. En ella se contaba la malograda situación a las que estaban sometidas y los malos tratos que padecían. Una de ellas, de Sevilla, fue raptada y, cuando sus padres reclamaron su vuelta, enviaron a otra chica de aspecto similar. Los cebos y secuestradores eran un hombre de aspecto afeminado y la madame. Finalmente abandonó este puesto.
Tiempo después, Aracil le ofreció un trabajo en el hospital La Esperanza y Andrés lo aceptó.
Aquí trataba a gente de bajos recursos económicos. Esto lo enfadaba mucho pues veía que la ley era más dura cuanto más pobre eras. Los domingos Andrés pensaba en matar a aquellos que volvían de las corridas de toros. Lo único que lo calmaba era visitar cada tarde a Lulú en su tienda y conversar con ella.
En una ocasión, fue tratar a un niño, y se encontró con un viejo moribundo medio loco que resultó ser Villasús. A Andrés este hecho no le produjo demasiada alegría, pues se encontró en una situación muy precaria a uno de sus escritores preferidos. A los pocos días este murió, y cuando llegó Hurtado se encontró con una estampa desoladora, pues el cadáver del escritor se encontraba rodeado de bohemios desarrapados que dilucidaban sobre si el difunto estaba vivo o muerto.
En una de las ocasiones que Andrés visita a Lulú hablan sobre el amor. Andrés le dice que en el amor, como en la ciencia, hay dos ramas: la de los tímidos que buscan en la otra persona su opuesto y la de las personas con un buen físico y echadas para adelante que buscan en su pareja su alter ego. También define al amor como la confluencia de la insatisfacción fetichista y la sexual.
Unos días después de esto, Hurtado paseaba por los alrededores de La Moncloacuando sintió la necesidad de ir a visitar a su amiga. Una vez allí, se le declaró, le pidió matrimonio y luego la besó. Lulú aceptó gustosa y le dijo que llevaba enamorada de él en secreto desde el primer día que lo vio entrar a su casa.
La séptima parte, titulada ``La experiencia del hijo´´, se inicia con una conversación entre Andrés y su tío Iturrioz sobre la responsabilidad de la sociedad española. Iturrioz le dice que traer niños al mundo es de ser crueles pues es condenar a una persona al sufrimiento mientras viva. Como conclusión, Iturrioz le recomienda a su sobrino que, si era fuerte, se casara y tuviera hijos, pero si, por el contrario, era débil, que se casara pero que no tuviera hijos.
Andrés y Lulú se casaron por la Iglesia y se compraron una casa en la calle Pozas. Contrataron a la Venancia para que se encargase de las tareas del hogar, ya que Hurtado se negó a que su suegra viviese con ellos. Lulú le pidió a Iturrioz que encontrase a Andrés algún trabajo, y este le consiguió uno como traductor de artículos, con el que se encontraba plenamente satisfecho, pues se pasaba el día metido en una habitación que daba a la calle y le entraba el sol por la ventana. Hurtado y Lulú estaban cada vez más enamorados, pues Lulú veía a Andrés como un hombre muy valiente y este pensamiento se acentúo cuando Andrés la defendió de unos ladrones haciendo pasar a una llave por un revólver. Aunque Andrés sentía miedo, pues pensaba que tanta felicidad traería desgracias, también era feliz desde su boda.
Pasaron los meses y Lulú se empezó a deprimir porque quería tener un hijo y no se quedaba embarazada. Andrés se encontraba angustiado por este hecho. Finalmente, Lulú consiguió quedarse embarazada y se volvió muy celosa, por lo que Andrés se encontraba siempre muy nervioso, no dormía y tomaba morfina. La paz no se turbó en gran medida hasta el parto. Fue complicado y el niño nació muerto. Días después, Lulú también falleció debido a las complicaciones de dar a luz y Andrés, ante tanta angustia, decidió poner fin a su sufrimiento, suicidándose tomando un bote de pastillas en el velatorio de su esposa junto a su cuerpo.
Tras la lectura de esta novela, pude ampliar mi perspectiva sobre la sociedad y el mundo. Considero que es un libro de imprescindible lectura para toda aquella persona interesada en la Filosofía, sobre todo Schopenhauer, y también en Medicina.
Te deja ver los aspectos más positivos, además de los más negativos de la sociedad, tanto de la época, como de la Historia Universal.
Moisés García Cabanillas (2º BB)