lunes, 31 de octubre de 2022

Don José María Escribano Cabrera: "Las responsabilidades que tendréis que afrontar a lo largo de vuestra vida os harán crecer como personas"

Don José María Escribano nació el 25 de octubre de 1962 en Pozoblanco, pueblo en el que años más tarde ejercería como profesor de Dibujo, concretamente en nuestro centro, el IES Antonio María Calero. Ahora que el tiempo ha transcurrido sin apenas darnos cuenta, hablamos con él para poder despedirnos días antes de su jubilación. 

-¿Qué le llevó a dedicarse a la enseñanza?

Siempre me ha gustado. En mi familia, desde pequeño, me decían que tenía mucha “paciencia” para explicar las cosas. Evidentemente, hacen falta muchas cosas más para dedicarse a la enseñanza, pero una buena dosis de paciencia es necesaria en muchas ocasiones.

-¿Tuvo siempre claro la rama de enseñanza que le gustaría impartir?

Dentro de las especialidades a las que podía opositar por supuesto que el dibujo siempre estaba entre mis preferencias, aunque también me gustaban otras como las matemáticas. En mis primeros años en nuestro instituto, impartí clase de matemáticas en algunos grupos de los más pequeños.

-¿Durante cuánto tiempo se ha dedicado a la enseñanza?

Empecé a trabajar en la enseñanza, realizando mi fase de prácticas, en un instituto de Sevilla, el 26 de septiembre de 1.988. Por lo tanto, me he dedicado a la enseñanza durante algo más de 34 cursos escolares.

-¿Podría hablarnos sobre sus inicios en nuestro instituto? ¿Cuánto tiempo ha estado aquí?

Llevo en nuestro instituto desde septiembre de 1.989. Ha cambiado mucho desde entonces. Cuando llegué, el claustro lo formábamos apenas unos 30 profesores y profesoras. Había muy buen ambiente de trabajo y las relaciones personales entre el profesorado eran más estrechas que ahora. En las celebraciones vinculadas al instituto participaban incluso nuestras familias. Las reuniones del claustro las celebrábamos en la sala de profesores (en la actualidad aula nº1), en la cual estaba permitido fumar y, en muchas ocasiones, Liborio, que tenía un bar muy conocido en el paseo Marcos Redondo, nos traía magdalenas, café y chocolate para desayunar (en aquellos años nuestro instituto no tenía cafetería).

-¿Qué puede decirnos sobre su etapa como director en el Antonio María Calero?

¡Hace ya mucho tiempo de eso! Como bien dices, fui director de nuestro querido instituto entre el 2.000 y el 2.004. Tengo muchos recuerdos de esa etapa, la mayoría buenos. Por supuesto que le dediqué mucho tiempo y trabajo y puse mucha ilusión para hacer de nuestro instituto un lugar cada día mejor. Tengo que reconocer, con satisfacción, que los distintos equipos directivos que ha tenido nuestro instituto, desde que llegué en 1.989, han hecho un gran trabajo. Hoy nuestro instituto es un centro de referencia en el que la convivencia y el trabajo diario son muy gratificantes. Además, hemos sabido adaptarnos a las importantes transformaciones que ha sufrido nuestra sociedad en las últimas décadas, así como a los numerosos cambios de las leyes educativas de nuestro país. En la actualidad, ¡la enésima, la LOMLOE!

-¿Tiene alguna anécdota digna de recordar?

Alguna no, muchísimas, han sido muchos años y dan para mucho. Es difícil destacar alguna y tal vez no me vengan a la memoria las más divertidas, pero os contaré alguna. Un día, camino del instituto, con mi cartera, por el acerado del edificio de administración del hospital (en el aquel tiempo Centro de Convivencia), próximo a nuestro instituto, oigo como un alumno se despedía de dos compañeras con un “dadle recuerdos al Escribano”. Cuando se dio la vuelta, mosqueado por las sonrisas de sus compañeras que me miraban de frente, y vio que yo estaba a escasos metros de él, su cara cambió de color. Le dije que podía darme los recuerdos él mismo, en persona, y que en el instituto podía aprovechar mejor la mañana que en el bar del Centro de Convivencia. No sé si, presionado por las circunstancias, aceptó mi consejo y se vino conmigo a clase, al menos ese día. En otra ocasión, estábamos haciendo un ejercicio de dibujo técnico en el que dibujábamos una piscina utilizando para su trazado una curva cónica, concretamente la elipse. Cuando le pregunté a un alumno que se encontraba algo despistado y que, desde luego, no estaba haciendo el ejercicio, cómo iba la piscina, me respondió (muy sorprendido por la pregunta): “bien, este verano la quiere alicatar mi padre”. Las carcajadas de todos sus compañeros y compañeras le hicieron “volver” del mundo en el que andaba su mente. Habría muchas más, pero no quiero aburriros.

-Más allá de impartir una asignatura, ¿qué valores ha intentado inculcar en sus alumnos?

Nuestra actividad diaria en el aula, y en la vida escolar en general, está muy relacionada con valores. El profesorado es consciente de que en muchos aspectos somos modelo y referencia para nuestros alumnos y alumnas. Creo que el trabajo, la sinceridad, el respeto y desde luego la responsabilidad, han sido valores que siempre he tenido presentes a lo largo de mi trayectoria como docente. En este aspecto, sobre la responsabilidad, tengo una cita de Viktor Frankl (el hombre en busca de sentido) en la pared del aula de dibujo. Muchos de los alumnos y alumnas, que han pasado por ella, han tenido ocasión de leerla. Este médico y filósofo, que sobrevivió a varios campos de concentración, expresó muy bien la importancia de la responsabilidad en la conducta humana. Creo que docentes y padres debemos procurar que las generaciones venideras asumáis responsabilidades, en lugar de querer, en muchas ocasiones, dároslo “todo resuelto”. Las responsabilidades que tendréis que afrontar a lo largo de vuestra vida os harán crecer como personas. Por otro lado, me preocupa lo manipulables que nos estamos volviendo con el uso y abuso de las nuevas tecnologías, especialmente las generaciones más jóvenes. Los maravillosos avances tecnológicos de las últimas décadas, que han cambiado nuestra forma de vivir y relacionarnos, están creando sociedades que son controladas y dirigidas muy fácilmente. Pero bueno, tal vez no sea el momento de ponerse catastrofistas. Como decía Fernando Savater, “como educadores sólo podemos ser optimistas. Con pesimismo se puede escribir contra la educación, pero el optimismo es necesario para ejercerla. Los pesimistas pueden ser buenos domadores, pero no buenos maestros... La educación es un acto de coraje; cobardes y recelosos, abstenerse”

                                  

-¿Se arrepiente de haber sido profesor?

En absoluto, me considero un privilegiado por haber podido dedicar tanto tiempo de mi vida a una actividad y a un trabajo que me encantan. Ha llegado el momento de dar el relevo a savia nueva, tenemos detrás una generación bien preparada que debe asumir "responsabilidades": ¡es su momento! Me llevo una gran satisfacción por haber podido compartir mi tiempo y mis conocimientos, con muchos alumnos y alumnas (calculo que más de dos mil), durante estos más de treinta años. Estoy muy agradecido a todo lo que me ha dado el trabajo de profesor.

-¿Le hubiese gustado dedicarse a otra profesión? ¿Tiene algún sueño frustrado?

Me gusta mucho el trabajo de veterinario pues me gustan mucho el campo, los animales y la naturaleza en general. En ningún caso puedo considerarlo un sueño frustrado pues, a lo largo de mi vida y compatibilizado con mi trabajo como profesor, he disfrutado y sigo disfrutando del campo y la naturaleza.

-¿Qué le gustaría hacer una vez se haya jubilado?

Pues seguir disfrutando de las aficiones que tengo ahora, sin necesidad de cumplir un horario regular de trabajo. Como ya os he dicho antes, me gusta mucho todo lo relacionado con la naturaleza. Estoy intentando aprender, cada día, sobre nuestra dehesa que se encuentra muy deteriorada. Sería necesaria una mayor implicación de las administraciones públicas para preservar este entorno tan maravilloso que tenemos en Los Pedroches. También me gusta mucho la lectura a la cual podré también dedicar más tiempo. Prefiero el ensayo a la novela, aunque los alterno, según el momento. También podré estar más tiempo con mi familia, especialmente con mi mujer, con la que he compartido la mayor parte de mi vida.

-¿Cree que echará de menos a sus alumnos?

Naturalmente, siempre los tendré muy presentes. Han sido muchos años y ponerme la bata cada mañana para empezar la jornada de trabajo se ha convertido para mí en mucho más que una rutina. Me gusta mi trabajo y espero haber servido de ayuda a los alumnos y alumnas con los que he tenido la suerte de compartir esta etapa que ahora termina para mí.

-¿Le gustaría dar algún consejo al resto de sus compañeros de trabajo?

No soy muy amigo de dar consejos y menos a los compañeros y compañeras de trabajo. Me vais a permitir que, en lugar de un consejo, les exprese un deseo (para los que ahora están en activo pues muchos de los que han compartido trabajo conmigo ya están jubilados): “¡Que disfruten y sean tan felices como yo lo he sido durante estos más de 34 años de profesor de dibujo!”.

                                       

Ana Belén Arévalo Valero y Valme Medina Claro (2º BA)

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