jueves, 31 de enero de 2019

DON FEDERICO PIÑA: "El fin de nuestro trabajo aquí es la formación integral del alumnado y su desarrollo formativo completo".

Don Federico Piña López nació en Sevilla, donde ha vivido la mayor parte de su vida. A los 30 años empezó a trabajar en el pueblo cercano de Ronda como profesor, aunque seguía residiendo en Sevilla. Con 34 años se trasladó a Almería. Desde entonces siguió impartiendo clase en otros lugares hasta llegar a Pozoblanco hace ocho años.

¿Qué estudió y dónde?
Empecé estudiando Magisterio y después seguí con Biología, en Sevilla.

¿Por qué se decantó por esos estudios?
Magisterio fue una profesión que siempre tuve en mente, me llamaba la atención y me gustaba. Sin embargo, cuando terminé, me di cuenta de que las oposiciones estaban en malas condiciones para los que entrábamos nuevos. Por lo tanto, decidí completar mis estudios con otra carrera, Biología, ya que me gusta el campo.

¿Nos podría contar anécdota de su etapa de estudiante?
No tengo ninguna anécdota relevante, aunque es verdad que yo era un mal estudiante. Siempre he ido a lo justo, "al cinquillo", sobre todo en Magisterio, donde fui un desastre (ríe). En esa época hubo una serie de huelgas por la ley de la LOGSE, una ley de educación que causó muchas controversias. Entonces, yo me erigí como un cabecilla en contra de aquella reforma y me dediqué más a estar pensando en esto que en aquello en lo que debía centrarme (dice entre risas).

¿Ha ejercido otras profesiones diferentes a la actual?
Sí. Comencé trabajando en Mercasevilla. Más tarde, cuando inicié mi etapa de estudiante de Magisterio, mi tío me llamó en verano para trabajar de madrugada descargando el pescado. Seguí ejerciendo este trabajo hasta el año 1999.
Cuando terminé Biología en el año 2000, empecé a trabajar en una consultora del medioambiente y, estando allí, me llamaron de educación y desde entonces me dedico a ello.

¿Por qué decidió ser jefe de estudios? ¿Le gusta su labor?
Bueno, la verdad es que al principio se presentó como un proyecto entre don Miguel Ángel, otros compañeros del centro y yo. Pensamos en presentar una candidatura al equipo directivo y dio la casualidad de que llamaron a don Carlos  para que fuera director y nos lo comentó.
Cuando me dieron el cargo, no sabía exactamente lo que esto iba a significar, ni los problemas que este podría tener.
Sí me gusta, aunque hay momentos en los que pienso qué hago aquí, porque no es que sea un trabajo muy gratificante, pero no estoy arrepentido ya que yo busco los puntos positivos.

Desde su punto de vista, ¿qué papel juega el alumnado en el centro?
Todo debe girar  en torno al alumnado. El fin de nuestro trabajo aquí es la formación integral del alumnado y su desarrollo formativo completo.

¿Cuál es la mejor actitud para solucionar los problemas del centro?
La empatía es lo más importante, además de tener distintos puntos de vista, y sobre todo el diálogo, intentando que sea algo consensuado.

¿Ha tenido algún conflicto de importancia con algún alumno, padre o madre, o profesor debido a su cargo? ¿Ha perdido a algún amigo en el desempeño de este?
Sí, fundamentalmente con algunos padres y alumnos se han producido situaciones bastantes desagradables, pero esto es una cosa que va en el cargo.
No he perdido amigos, pero sí relaciones que yo tenía; otras no las he perdido, pero se han enfriado considerablemente. También tengo que admitir que muchas relaciones se han consolidado más.

¿Influyen estos problemas en su estado anímico? ¿Se los lleva a casa o es capaz de desconectar en su tiempo libre?
Mayoritariamente sí, pero hay algunos de los que no soy capaz de desconectar. Cada vez lo consigo más y me desentiendo de lo que ha pasado aquí, pero hay ocasiones en las que es muy complicado y sobre todo aquí, en Pozoblanco, porque cuando sales a la calle te puedes encontrar a esas personas.

Hablando de tiempo libre, ¿qué le gusta hacer en el que tiene?
Yo soy un apasionado de la naturaleza y mi afición principal (aunque actualmente no esté muy bien visto por la sociedad) es la caza. Desde pequeño me ha gustado ir al campo con mi familia y amigos.

Siendo de Sevilla, ¿cómo acabó en Pozoblanco?
Acabé aquí porque, cuando aprobé las oposiciones, me dieron como destino definitivo Pozoblanco.
El primer año la verdad es que estuve muy bien; el segundo fue aún mejor, pues conocí a la que ahora es mi mujer, ella es de aquí y trabaja aquí. En total llevo ocho años en este pueblo.

¿Cómo se ve en un futuro lejano?
(Entre risas) Con más canas. Me veo dejando este cargo y volviendo como profesor, como durante los 18 años que llevo dando clase, exceptuando estos tres últimos como jefe de estudios. En cuanto a mi vida personal, seguiría aquí en Pozoblanco con mi familia, sin desconectar de mis tierras sevillanas, que me tiran bastante.

¿Quiere dar algún consejo a profesores o alumnos?
No soy quien para dar consejos, pero cada uno que intente actuar de la mejor manera posible, para no salir perjudicado y, por supuesto, para no perjudicar a nadie. Como he dicho antes, la empatía es lo principal.

Antes de marcharnos, le pedimos que nos dijera una frase que lo definiera...

Nos contó que, por su cargo, da una imagen a los demás que realmente no es la correcta debido a las decisiones que debe tomar en situaciones complicadas. Así que le gustó que le hiciésemos esta entrevista porque le ha permitido darse a  conocer más interiormente.


María Sáez Llergo, Conchi Lisedas Gil, Pilar García Fernández (2º BA)

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